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América Latina avanza en poner el freno a degradación de tierras

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Una plantación de soja en Tocantins, un estado del norte de Brasil, un país que se apresta a ser el mayor productor mundial de la oleaginosa, un monocultivo para el que se han deforestado millones de hectáreas. La agricultura comercial, en especial de ganadería, soja y aceite de palma, son motores claves en la degradación de los suelos latinoamericanos. Crédito: Mario Osava/IPS

Una plantación de soja en Tocantins, un estado del norte de Brasil, un país que se apresta a ser el mayor productor mundial de la oleaginosa, un monocultivo para el que se han deforestado millones de hectáreas. La agricultura comercial, en especial la pecuaria, de soja y de aceite de palma, son motores claves en la degradación de los suelos latinoamericanos. Crédito: Mario Osava/IPS

Por Orlando Milesi
SANTIAGO, Jan 29 2018 (IPS)

Dos tercios de los 33 países de América Latina y el Caribe ya entregaron o se aprestan a depositar ante las Naciones Unidas las metas a las que se comprometen a mantener a raya la degradación que enfrentan sus suelos y que amenaza la salud de su agricultura y la vida futura de su población.

En 2015, las partes de la Convención de Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD) acordaron estabilizar la superficie saludable del planeta con metas nacionales, que se basan en la situación de erosión de cada país y tienen como objetivo alcanzar para 2030 la neutralidad en la degradación de la tierra (NDT).“Se estima que en América Latina la mayor parte de tierras degradadas lo fueron por causa de la deforestación (100 millones de hectáreas) y del sobrepastoreo (70 millones). El aumento de la demanda internacional incita a los agropecuarios y grandes propietarios a deforestar de manera de extender sus superficies agrícolas y los pastos a destinación del ganado”: Sally Bunning.

“Lo que estamos haciendo directamente ahora es establecer una política de manejo neutral de las tierras. Es decir, donde yo degrado, por otra parte compenso. No puede ser que sigamos con estas políticas extractivistas de los países donde yo degrado y nunca le devuelvo a la tierra”,  explicó a IPS el coordinador de la UNCCD para la región, José Miguel Torrico, quien opera desde Santiago de Chile.

El nuevo compromiso, subrayó, es que “Lo que yo le quito a la tierra, le pongo y mantengo la productividad”.

El concepto de NDT se define como un estado en el que la cantidad de recursos sanos y productivos de la tierra, necesarios para apoyar los servicios ecosistémicos, permanecen estables o se incrementan en escalas de tiempo y espacio específicas.

“Hoy estamos en el proceso de establecimiento de metas para lograr la neutralidad de las tierras. Eso se está dando en 22 países de la región que participan activamente. Algunos ya establecieron sus metas y otros, como Brasil, están al final del proceso de hacerlo”, destacó Torrico.

Según cifras de la UNCCD, también conocida en español como CNULD, hay actualmente más de 2.000 millones de hectáreas de tierras degradadas en el mundo (un área superior a América del Sur), que cuentan con el potencial para la rehabilitación de tierras y restauración de bosques. De ese total, 14 por ciento corresponden a la región.

Sally Bunning, oficial principal de Políticas-Sistemas Agrícolas, Tierra y Agua de la oficina regional de la FAO para América latina y Caribe,  dijo IPS que “las tierras degradadas representan más de una quinta parte de los bosques y las tierras agrícolas de América Latina y el Caribe”.

“La agricultura comercial es un motor clave (de esa degradación), especialmente la producción de carne, soja y aceite de palma”, afirmó en la oficina regional en Santiago.

Un campesino junto a una cisterna comunitaria para recoger agua de lluvia, con la cual un grupo de familias mitigan los efectos para su producción agrícola y sus necesidades domésticas de las recurrentes sequías que asolan los parajes rurales de la norteña provincia argentina de Chaco, parte de una de las regiones latinoamericanas con mayor erosión de sus suelos. Soluciones como esta mejoran la vida de pobladores en las tierras degradadas de la región. Crédito: Fabiana Frayssinet/IPS

Un campesino junto a una cisterna comunitaria para recoger agua de lluvia, con la cual un grupo de familias mitiga los efectos para su producción agrícola y sus necesidades domésticas de las recurrentes sequías que asolan los parajes rurales de la norteña provincia argentina de Chaco, parte de una de las regiones latinoamericanas con mayor erosión de sus suelos. Soluciones como esta mejoran la vida de pobladores en las tierras degradadas de la región. Crédito: Fabiana Frayssinet/IPS

La especialista detalló que “las principales áreas de tierras de cultivo que se enfrentan a múltiples presiones incluyen, pero no se limitan a tierras secas en el noreste de Brasil, áreas de expansión agrícola en el área del Chaco argentino, Chile central, tierras de cultivo en el sur de México, y partes de Cuba y Haití”.

Bunning explicó que la desertificación “se acelera con el sobrepastoreo así como el crecimiento de la demanda de carne y de otros productos agrícolas tal como la soja, el azúcar y el algodón al nivel mundial”.

Chile, a modo de ejemplo

“El concepto de degradación neutral de la tierra busca que los países hagamos algo para que una vez determinada una línea base que cuantifique cuanta tierra se degradó en un período equis de tiempo pasado, generar de aquí al 2030 actividades que reviertan, igualen u ojala recuperen más superficie de la que degradaste para poder neutralizar”.
Así lo resumió Angelo Sartori, coordinador de bosques y cambio climático de la estatal Corporación Nacional Forestal, responsable de cumplir con el acuerdo para alcanzar y mantener esa neutralidad.
Chile ya entregó a la UNCCD en 2017 el documento con su línea base de degradación y sus metas para 2030, con los tres indicadores macro y generales establecidos por la Convención: cambios de cobertura vegetal, perdida de carbono orgánico en el suelo y productividad de la tierra. Adicionalmente, el país propuso medir tres diferentes niveles de erosión.
El informe se basó en datos y mapas sobre el uso de la tierra y sus cambios en el periodo 2001-2013 y el país planifica actualizarlos y homologarlos bianualmente, indicó Sartori a IPS.
A su juicio, el ejercicio tuvo muchas utilidades, entre ellas que permitirá adecuar la investigación chilena a proveer datos confiables y facilitará una mejor toma decisiones en los territorios, incluidas, por ejemplo, los subsidios en el área silvo-agropecuaria.
La principal de todas, abundó, es que aportará un enfoque sobre todo lo vinculado a la degradación. “Es una mirada bastante estatal, de gobierno y de políticas públicas, pero también hemos visto que en algunos puntos ‘gatilla’ intereses del sector privado”, explicó.

“Se estima que en América Latina la mayor parte de tierras degradadas lo fueron por causa de la deforestación (100 millones de hectáreas) y del sobrepastoreo (70 millones). El aumento de la demanda internacional incita a los agropecuarios y grandes propietarios a deforestar de manera de extender sus superficies agrícolas y los pastos a destinación del ganado”, aseveró.

Según la funcionaria regional de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), para enfrentar el problema es crucial “manejar el sector de la ganadería y limitar la eliminación completa de la vegetación original para sustituirla por cultivos”.

“En América del Sur es urgente actuar en la zona del Gran Chaco, zona que cubre cuatro países: Paraguay, Argentina, Bolivia, y a menor grado Brasil”, planteó Bunning.

“Más de la mitad del territorio en Argentina y Paraguay son afectadas por problemas de desertificación y se observa una pérdida neta de 325.000 hectáreas de bosque por año en Paraguay sin olvidar que 45 por ciento y 43 por ciento de la pérdida de los bosques fueron respectivamente provocados por la expansión de los pastos y la expansión de la tierras de cultivos comerciales en Argentina”, sostuvo.

Torrico recordó, por su parte, que en varios países “los fenómenos climáticos han pegado muy fuerte. Por ejemplo el fenómeno de El Niño los afectó seriamente y ahí se ha notado sequías muy profundas en lo que tiene que ver  con la degradación de suelos, pero también con los efectos que la población sufre”.

Según explicó el coordinador regional de la UNCCD, los pequeños agricultores latinoamericanos están afectados en forma directa porque tienen menos disponibilidad de agua para sus cultivos y en algunos casos extremos se ven forzados a migrar.

Añadió que la  desertificación está muy asociada a la migración poniendo como ejemplo que 80 o 90 por ciento de los migrantes de África constituyen un efecto visible de la desertificación.

“La migración de haitianos que está teniendo Chile en estos momentos es básicamente gente que viene de sectores rurales  donde ya no tiene  ninguna posibilidad de cultivar.  No vienen de las ciudades sino de sectores rurales”, subrayó Torrico como un ejemplo de esa situación en la los países latinoamericanos y caribeños.

Bunning, en tanto, dijo que “la desigual distribución y la falta de acceso y control de la tierra y sus recursos pueden ser factores clave de la pobreza, la inseguridad alimentaria y la degradación de la tierra”.

“En América Latina, los conflictos están principalmente entre los que no tienen tierras y los grandes terratenientes, y entre personas sin tierra y las comunidades indígenas”, explicó.

Detalló que “los factores clave de los conflictos por la tierra incluyen una combinación de acceso y control inequitativos de la tierra, degradación de los recursos naturales, reivindicaciones históricas y presiones demográficas, exacerbados por la debilidad de la gestión y la corrupción política”.

El lago Las Canoas, cercano a la capital de Nicaragua, se seca cada vez que el fenómeno de El Niño visita Nicaragua y deja a sus habitantes sin pesca y sin agua para sus cultivos. Crédito: Guillermo Flores/IPS

El lago Las Canoas, cercano a la capital de Nicaragua, se seca cada vez que el fenómeno de El Niño visita Nicaragua y deja a sus habitantes sin pesca y sin agua para sus cultivos. Crédito: Guillermo Flores/IPS

Torrico sumó que el problema de la desertificación está también muy asociado al cambio climático.

“Ya está claro que las precipitaciones van a disminuir de manera importante  en sectores del continente. ¿Cómo prevemos eso?: con un sistema de alerta temprana, que sepamos con  anticipación cuando vamos a tener una sequía y ¿cómo nos preparamos?”, se preguntó.

“Con sistemas de captación de aguas eficientes, embalses, tranques y  pozos.  Y con mejor técnica de cultivo, con riego tecnificado, por goteo y cultivos más efectivos y mejor calidad de semillas”, respondió.

Bunning advirtió que en la región “todavía no están los programas para tener en cuenta la importancia de la gestión del agua¨.

“Para mí esta es una de las  partes más importantes de los problemas de degradación.  No es siempre degradación de los suelos, sino también la degradación de la capacidad de retener el agua en los suelos para  almacenar, reutilizar el agua en la agricultura pero también por otros usuarios de ella”, sostuvo.

La experta de FAO enumeró soluciones para ello, como “sistemas localizados de goteo y sistemas más eficientes, también para reducir la evaporación”.

“Hay tecnologías para utilizar los invernaderos, el plástico cobertor en los campos, para bombear el agua con paneles solares, para distribuir fertilizantes en el agua y disminuir los problemas  de sobre explotación de fertilizantes”, detalló entre los instrumentos que están a mano.

Editado por Estrella Gutiérrez

El artículo América Latina avanza en poner el freno a degradación de tierras fue publicado originalmente en IPS Agencia de Noticias.


Suelos de Cuba se degradan en espera de más productividad campesina

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La pareja de horticultores Carlos Manuel Borrero y Dunia Rivas forman altos canteros con neumáticos superpuestos y rellenos con tierra, donde crecen coles y estragón, en la finca La Melissa, que gestionan en el municipio de San Miguel del Padrón, en la periferia de la capital de Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

La pareja de horticultores Carlos Manuel Borrero y Dunia Rivas forman altos canteros con neumáticos superpuestos y rellenos con tierra, donde crecen coles y estragón, en la finca La Melissa, que gestionan en el municipio de San Miguel del Padrón, en la periferia de la capital de Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

Por Ivet González
LA HABANA, Mar 1 2018 (IPS)

Pocas personas conocen al productor Carlos Manuel Borrero por su nombre. Incluso en su barrio del municipio de San Miguel del Padrón, en la periferia de la capital cubana,  se le llama el Hombre Goma por sus canteros hechos con neumáticos viejos.

La finca La Melissa regala un extraño paisaje con casi 2.000 gomas de vehículos, que cubren gran parte de las 4,28 hectáreas sobre una pendiente y canteras de piedra y arena, que Borrero y su esposa, Dunia Rivas, manejan de modo sostenible para contrarrestar la baja productividad de los suelos.

Por ese y otros problemas, la pareja asentada en el lugar desde hace 17 años comenzó dos años atrás a experimentar con el reciclaje y varias técnicas ecológicas para hacer rentables sus pequeñas producciones de frutas, vegetales y condimentos, que aseguran que lograron aumentar en 70 por ciento con la innovación.

“Este es un terreno muy degradado, encima de una pendiente”, explicó Borrero a IPS, sobre el principal problema ambiental de la finca de la que es propietario en el municipio de San Miguel del Padrón, uno de los que 15 que engloban La Habana y situado en su periferia.

La degradación es de hecho, un problema general que afronta este país insular de 11,2 millones de habitantes y con una baja producción de alimentos que apenas cubre 30 por ciento de las necesidades internas.

Gran parte de los neumáticos forman altos canteros, con tres de ellos superpuestos y rellenos con tierra, donde la pareja sembró coles y estragón. Otros están apilados en un área sin cultivar, donde reciben tratamientos cada semana para evitar focos contaminantes en sus cuencas mientras esperan por ser rehusados.

Borrero y Díaz representan al segmento aún pequeño del campesinado cubano preocupado por la conservación del suelo y la sostenibilidad, mientras que la mayoría demora en concientizar el cuidado de ese recurso fundamental.

Convivir con la degradación

La superficie del país suma un total de 109.884 kilómetros cuadrados (10.988.400 hectáreas), de los que 57 por ciento (6.226.700 hectáreas) se dedican a la agricultura. De esos suelos agrícolas, 76,89 por ciento  presenta algún factor que limita su productividad, según el estatal Instituto de Suelos (IS).

El ingeniero agrónomo Egidio Páez, presidente de La Asociación Cubana de Técnicos Agrícolas y Forestales, mientras analizaba para IPS la situación de los suelos del país insular, en su oficina del municipio capitalino de Díez de Octubre, en La Habana. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

El ingeniero agrónomo Egidio Páez, presidente de La Asociación Cubana de Técnicos Agrícolas y Forestales, mientras analizaba para IPS la situación de los suelos del país insular, en su oficina del municipio capitalino de Díez de Octubre, en La Habana. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

De todos los suelos degradados,  43 por ciento sufre erosión, 14 por ciento compactibilidad, 70 por ciento falta de materia orgánica, 14 por ciento salinidad, 37 por ciento baja retención de humedad, 45 por ciento baja fertilidad, 12 por ciento pedregosidad y 40 por ciento  drenaje deficiente.

En este país caribeño,  30,7 por ciento de las tierras agrícolas están en manos de empresas y granjas estatales; 45,1 por ciento la trabajan diferentes cooperativas agropecuarias y 24,2 por ciento pertenece a pequeños agricultores, como los de la finca La Melissa.

Aplicado desde 2001, el Programa Nacional de Mejoramiento y Conservación de Suelos, del Ministerio de la Agricultura, mantiene un sostenido avance en las tierras beneficiadas con algún tipo de medida, aunque aún queda mucho por avanzar en la meta que exige acciones masivas a muy largo plazo.

En 2012, se registraron 737.000 hectáreas de la superficie agrícola que recibían algún tipo de mejoramiento, un indicador que se elevó hasta sumar 932.000 hectáreas en 2016, según las últimas cifras disponibles en la estatal Oficina Nacional de Estadísticas e Información.

Ese avance ambiental representa beneficios para 15 por ciento de la superficie agrícola y 22,6 por ciento para la superficie agrícola cultivada en la isla caribeña.

En su huerto intensivo, Borrero explicó que dentro de los canteros “está la tierra original de aquí”. “La he ido mejorando yo mismo… la enriquezco con la materia orgánica de los desechos de mis propias producciones”, indicó.

Ahora los neumáticos con cultivos cubren 0,7 hectáreas de la finca, pero el agricultor aspira a abarcar más espacio con su peculiar diseño, que consiste en llenar con tierra solo el neumático superior y en el centro coloca largas tiras de goma que sirven de filtro para un mejor uso del agua.

Las mujeres, presentes

Con formas más creativas, las gomas decoran el jardín de la humilde casa familiar, donde Rivas tuvo la idea de usar los neumáticos como macetas para ahorrar agua. Luego conminó a Borrero a hacer canteros con ellas para sustituir las poco duraderas barreras para las terrazas que hacía con botellas de plástico.

El productor Carlos Manuel Borrero, al que todos llaman el Hombre Goma por sus canteros hechos con neumáticos viejos, en la finca La Melissa, municipio de San Miguel del Padrón, uno de los que conforman La Habana, en Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

El productor Carlos Manuel Borrero, al que todos llaman el Hombre Goma por sus canteros hechos con neumáticos viejos, en la finca La Melissa, municipio de San Miguel del Padrón, uno de los que conforman La Habana, en Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

“Había problemas con el agua, no teníamos buenos canteros. Pasábamos mucho trabajo y el esfuerzo nos daba dolores en el cuerpo. Y me puse a pensar…”, recordó Rivas, sobre la humanización del trabajo que también lograron al hacer canteros altos y evitar agacharse para las labores agrícolas.

La pareja no conoce a otros productores que reciclen gomas como ellos pero aseguran que otros campesinos de su comunidad mejoran sus suelos, y solicitan la evaluación de especialistas para recibir los pagos de un fondo estatal por ese servicio ambiental.

En las áreas periurbanas de La Habana,  “más de 90 por ciento de los productores hacen algún tipo de manejo beneficioso para el suelo”, estimó Egidio Páez, presidente de la filial capitalina de la no gubernamental Asociación Cubana de Técnicos Agropecuarios y Forestales (Actaf), que agrupa a 2.634 afiliados de los cuales 1.163 son mujeres.

Defensora de la agroecología y enfocada a la gestión del conocimiento en el sector, la Actaf reúne en todo el país a 25.902 afiliados, mujeres 40 por ciento del total.

A juicio de Páez, “en el manejo de suelos, primero hay un problema de desconocimiento y falta de interés”. “Tenemos que hacer mucha labor se sensibilización”, valoró el agrónomo de la asociación que apoya a la base productiva habanera, que logra 15 toneladas diarias sobre todo de vegetales en 35.000 hectáreas.

Y “no tenemos tiempo, hay que trabajar más para mejorar los suelos”, alertó, sobre el recurso natural calificado de principal riqueza de los países por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

El especialista asegura que “los productores saben cómo mejorar los suelos… Pero todavía hay muchas insuficiencias en el trabajo de lograr cambios en la práctica y de darle seguimiento a los productores”, evaluó, sobre los obstáculos a vencer en disponibilidad de recursos y cambiar las malas prácticas de la agricultura convencional.

También insistió en que, “a la par de enseñar más, tienen que tomarse decisiones drásticas de sanción porque existen regulaciones estatales”, contenidas en el Decreto Ley 179 (1993), que especialistas califican de desactualizado en los adelantos científicos y el sistema agrario cubano en trasformación desde 2008.

El IS aconseja a los productores nutrir los suelos con materias orgánicas como restos de cosechas, usar abonos verdes, compost y humus de lombriz; reducir la labranza, realizar muros de contención y barreras vivas (con plantas), incorporar áreas de bosques, entre otras prácticas por la buena salud de los suelos.

Desde 2010, esa entidad instala sitios demostrativos de cómo manejar los suelos, el agua y los bosques en los diferentes ecosistemas del país, de los cuales se registraban 34 en 2016, que incluían 845 fincas y beneficiaban 12.380 hectáreas.

La estatal Agencia de Medio Ambiente entregó por vez primera en 2017 un premio y certificación de “Áreas iniciadas en el manejo sostenible de tierras”, para estimular al campesinado en la conservación.

Editado por Estrella Gutiérrez

El artículo Suelos de Cuba se degradan en espera de más productividad campesina fue publicado originalmente en IPS Agencia de Noticias.

El uso óptimo del agua hace milagros en el Semiárido de Brasil

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José Antonio Borges en el su sembradío del cactus forrajero, ya listo para su cosecha. Es la alimentación básica de sus 30 vacas, lo que le permite producir 400 litros diarios de leche, con un doble ordeño mecanizado, en Ipirá, en la cuenca de Jacuípe, en la nordestina ecorregión del Semiárido brasileño, donde el óptimo uso del agua está transformando la agricultura y ganadería familiar. Crédito: Mario Osava/IPS

José Antonio Borges en en su sembradío del cactus forrajero, ya listo para su cosecha. Es la alimentación básica de sus 30 vacas, lo que le permite producir 400 litros diarios de leche, con un doble ordeño mecanizado, en Ipirá, en la cuenca de Jacuípe, en la nordestina ecorregión del Semiárido brasileño, donde el óptimo uso del agua está transformando la agricultura y ganadería familiar. Crédito: Mario Osava/IPS

Por Mario Osava
IPIRÁ-PINTADAS, Brasil, May 4 2018 (IPS)

La ganadería vacuna está gravemente afectada por las sequías en la región brasileña del Nordeste, pero sobrevive y se revitaliza en la cuenca del río Jacuípe gracias a un aprovechamiento óptimo del agua.

José Antonio Borges, propietario de 98 hectáreas de tierra y 30 vacas en Ipirá, uno de los 14 municipios de la cuenca, en el nororiental estado de Bahia, casi triplicó durante los últimos dos años su producción de leche, que puede alcanzar 400 litros por día, y sin aumentar su rebaño.

Para alcanzar ese logro contó con la asistencia de técnicos de Adapta Sertão (sertón), un proyecto promovido por una coalición de organizaciones bajo la coordinación de la Red de Desarrollo Humano (Redeh), que tiene sede en Río de Janeiro.

“Si despierto y no oigo el mugido de las vacas, no puedo vivir”, afirmó Borges para realzar la vocación que le impidió abandonar la actividad en los peores momentos de la sequía que fustigó los últimos seis años a la ecorregión del Semiárido, un área de escasas lluvias en el interior del Nordeste brasileño.

Su mujer, Eliete Brandão Borges, sí renunció y se mudó a Ipirá, la ciudad que es cabecera del municipio, donde se dedica a la costura. Con ella vive el hijo de ambos, de 13 años, para facilitar sus estudios. Pero no descarta volver a la finca, “si surge un buen proyecto, como criar pollos”.

El marido, que “se atormenta tras algunas horas en la ciudad”, apunta como factores de la mayor productividad lechera al cactus forrajero (Opuntia ficus-indica Mill), una especie proveniente de México, que usa como complemento alimentario del ganado, y al segundo ordeño diario.

“Los vecinos me llamaban loco por sembrar el cactus en forma adensada (concentrada), antes la usábamos, pero la sembrábamos de manera dispersa”, recordó. Hoy, a los 39 años, Borges es un ejemplo y recibe en su finca visitas de otros agricultores interesados en conocer las razones de su éxito productivo.

Normaleide de Oliveira delante de la laguna de su finca que ni siquiera se quedó sin agua durante los seis años de sequía que sufrió la región del Nordeste brasileño. La disponibilidad de agua es una ventaja de los agricultores familiares de la cuenca del río Jacuípe, frente a otras zonas de la ecorregión del Semiárido. Crédito: Mario Osava/IPS

Normaleide de Oliveira delante de la laguna de su finca que ni siquiera se quedó sin agua durante los seis años de sequía que sufrió la región del Nordeste brasileño. La disponibilidad de agua es una ventaja de los agricultores familiares de la cuenca del río Jacuípe, frente a otras zonas de la ecorregión del Semiárido. Crédito: Mario Osava/IPS

Comenzó con un camino inverso, lo llevaron a él a visitar otra propiedad con siembra adensada para convencerlo, contó Jocivaldo Bastos, el técnico de Adapta Sertão que lo asesoró. “En realidad no tengo cactus”, reconoció el ganadero al conocer la innovación.

El cactus sin espinas usado para forraje, una planta xerófila resistente a la escasez hídrica, se convirtió en un alimento salvador para el ganado durante las sequías. Es una forma eficiente de almacenar agua para los períodos más secos del Sertão, nombre popular del territorio más seco del Nordeste que también identifica otras áreas del interior poco poblado e inhospito del Brasil.

También se está extendiendo por el Semiárido la construcción de las cisternas de hormigón, destinada a captar aguas pluviales y que cuesta 12.000 reales (3.400 dólares) y logra almacenar hasta 70.000 litros al año. Con ese dinero se logra sembrar 0,4 hectáreas de cactus, lo que equivale a 121.000 litros de agua anual, estimó un estudio de Adapta Sertão.

Pero eso exige cuidado en los detalles, como el abono, la irrigación por goteo, eliminar los matorrales y seleccionar las plántulas. De su primera siembra adensada de la chumbera, Borges “perdió todo”.

Paisaje actual de lo que antes era un erial de tierra sin vegetación, reseca y compacta. Gracias a la intervención regeneradora del agricultor y ganadero José Antonio Borges, apoyado por técnicos de Adapta Sertão. Es “el bosque” donde cultiva sandías y árboles frutales en la ecorregión del Semiárido del Nordeste de Brasil. Crédito: Mario Osava/IPS

El fértil paisaje actual de lo que antes era una tierra sin vegetación, reseca y compacta, gracias a la intervención regeneradora del agricultor y ganadero José Antonio Borges, apoyado por técnicos de Adapta Sertão. Es “el bosque” donde cultiva sandías y árboles frutales en la ecorregión del Semiárido del Nordeste de Brasil. Crédito: Mario Osava/IPS

Luego siguió el asesoramiento del técnico agropecuario Bastos y actualmente posee tres hectáreas de cactus y tiene planes de ampliarlas.

Al inicio también le asustó la necesidad de aumentar las inversiones, antes limitadas a 500 reales (142 dólares) al mes. Ahora gasta doce veces más, pero obtiene ingresos brutos que suman 13.000 reales (3.700 dólares), según Bastos.

El segundo ordeño, en la tarde, también fue clave para que Normaleide de Oliveira, una viuda de 55 años, casi duplicase su producción de leche. Hoy alcanza entre 150 y 200 litros diarios con  solo 12 vacas lecheras, en su finca a 12 kilómetros de Pintadas, la ciudad en el centro de la cuenca del Jacuípe.

“Es la leche la que da ingresos para vivir”, destacó la campesina, que posee otras  30 reses. “Tenía 60 en total, pero vendí algunas por la sequía, que casi me hizo renunciar a todo”, dijo.

A la cuenca del Jacuípe se considera privilegiada en comparación con otras partes del Semiárido. Sus ríos se secaron, pero en los pozos perforados brota mucha agua que al bombearse irriga los cultivos y abrevaderos.

El estanque en construcción sobre una gran roca en la finca de Normaleide de Oliveira, en el municipio de Pintadas, que la productora dedicará a la piscicultura. Se aprovecharon las piedras para hacer las paredes con cemento y la elevación de la roca base para facilitar la irrigación por gravedad, en un ejemplo del desarrollo agropecuario que optimiza el uso de la escasa agua en el sertón del Nordeste de Brasil. Crédito: Mario Osava/IPS

El estanque en construcción sobre una gran roca en la finca de Normaleide de Oliveira, en el municipio de Pintadas, que la productora dedicará a la piscicultura. Se aprovecharon las piedras para hacer las paredes con cemento y la elevación de la roca base para facilitar la irrigación por gravedad, en un ejemplo del desarrollo agropecuario que optimiza el uso de la escasa agua en el sertón del Nordeste de Brasil. Crédito: Mario Osava/IPS

Oliveira cuenta con la ventaja de poseer dos lagunas en su propiedad, una de las cuales nunca se secó totalmente durante los seis años de sequía.

Ahora construye un estanque de hierro-cemento, construido sobre una gran roca cerca de su casa y que va a dedicar a la cría de peces y a irrigar sus huertos. Su altura permitirá la irrigación por gravedad de las siembras de sandía, calabaza y hortalizas que proyecta cultivar Oliveira, que vive con su hija y yerno.

El estanque es una propuesta de Jorge Nava, un experto en permacultura que colabora con Adapta Sertão desde el año pasado, aportando nuevas técnicas para optimizar el aprovechamiento del  agua disponible.

Diversificar la producción y regenerar la naturaleza, para incorporar sustentabilidad y capacidad de adaptación al cambio climático en la agricultura familiar, son objetivos del Adapta Sertão.

En Ipirá, Borges ya posee su estanque de seis metros de diámetro y uno de profundidad, con 23.000 litros de agua, rodeado de un sembradío de cilantro. En él cría 1.000 tilapias (Oreochromis niloticus), una especie cada vez más popular en la piscicultura.

Cerca crece lo que el campesino llama “el bosque”, algunas decenas de árboles frutales en un terreno inclinado con surcos en curvas de nivel, donde ya antes sembraba sandías irrigadas por goteo y que ahora conviven con el nuevo proyecto.

Familiares de José Antonio Borges se divierten en el estanque de hierro-cemento de 23.000 litros de agua, construido en su finca para irrigar los huertos y criar peces, aprovechando el agua en pozos perforados en la tierra, de que dispone su tierra, en Ipirá, en la semiárida región del Nordeste de Brasil. Crédito: Cortesía de Jorge Nava.

Familiares de José Antonio Borges se divierten en el estanque de hierro-cemento de 23.000 litros de agua, construido en su finca para irrigar los huertos y criar peces, aprovechando el agua en pozos perforados en la tierra, de que dispone su tierra, en Ipirá, en la semiárida región del Nordeste de Brasil. Crédito: Cortesía de Jorge Nava.

“En 70 días él cosechó 260 sandías” y se cubrió de vegetación una tierra tan resecada y endurecida por la compactación, que el tractor tuvo que arar varias veces, pequeñas capas cada vez, explicó Nava. “Y en 40 días el terreno seco se transformó en verde”, celebró.

El cultivo con surcos en curvas de nivel, o de contorno, contienen la escorrentía del agua y humedecen por igual la tierra. Si los surcos fuesen cavados en declive encharcarían la parte baja, dejando seca la de arriba, con lo que se echaría a perder la irrigación, explicó el experto en permicultura.

Ese “bosque” cumplirá tanto la función de proveer frutas y regenerar el paisaje como la de aprovechar mejor el agua, ayudando la infiltración en el suelo y funcionando como barrera para el viento que agrava la evaporación, acotó.

Son pequeños detalles de respeto a leyes naturales, de evitar el desperdicio y de multiplicar el agua con su reuso, que permiten vivir bien en pequeñas propiedades con el mínimo del recurso, sostuvo.

En situaciones críticas se trata tan solo de mantener vivo el vegetal con mililitros de agua, hasta que la próxima lluvia asegure la producción, como pasó con las sandias de Borges.

Nava atribuye su misión y sensibilidad para buscar soluciones según las condiciones y demandas locales a la vida de su familia, que migró del extremo sur de Brasil para Apuí, en la Amazonia profunda, en 1981, cuando él tenía tres años.

Para estudiar a veces tenía que viajar nueve días desde su casa a través de la selva. Se dio cuenta del riesgo de desertificación de la Amazonia. Sus bosques de raíces superficiales son muy vulnerables a sequías y la deforestación, constató.

Edición: Estrella Gutiérrez

El artículo El uso óptimo del agua hace milagros en el Semiárido de Brasil fue publicado originalmente en IPS Agencia de Noticias.

Campesinos centroamericanos y brasileños unen fuerzas contra sequía

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Tras una jornada laborando en la tierra donde cultiva maíz junto con frijol, Víctor de León se sirve un poco de agua recién purificada, uno de los beneficios del proyecto de adaptación al cambio climático en la región del Corredor Seco centroamericano, en el caserío de La Colmena, en el municipio de Candelaria de la Frontera, en el occidental departamento de San Ana, en El Salvador. Crédito: Edgardo Ayala/IPS

Tras una jornada laborando en la tierra donde cultiva maíz junto con frijol, Víctor de León se sirve un poco de agua recién purificada, uno de los beneficios del proyecto de adaptación al cambio climático en la región del Corredor Seco centroamericano, en el caserío de La Colmena, en el municipio de Candelaria de la Frontera, en el occidental departamento de San Ana, en El Salvador. Crédito: Edgardo Ayala/IPS

Por Edgardo Ayala
CANDELARIA DE LA FRONTERA, El Salvador, Jun 8 2018 (IPS)

Tener en la mesa del comedor un recipiente de siete litros con un filtro que purifica el agua captada de la lluvia, y abrir una valvulita para llenar una taza y saciar la sed, es como una revolución para el campesino salvadoreño Víctor de León.

Por si fuera poco, contar con un estanque cavado en la tierra, un reservorio del agua de lluvia captada para asegurar que el ganado sobreviva en los períodos de sequía, también es un hecho sin precedentes en La Colmena, un caserío de este municipio rural de Candelaria de la Frontera, en el occidental departamento de Santa Ana.

“Toda nuestra vida hemos pasado yendo a los ríos o a los nacimientos para conseguir agua, y ahora es una gran cosa tenerla siempre al alcance de la mano”, contó De León a IPS, de 63 años, mientras llevaba zacate (forraje) a una de sus terneras.

Este campesino se dedica al cultivo de granos básicos y a la producción de leche, con sus 13 vacas.“Estos productores brasileños tienen mucha experiencia en el tema, están muy organizados, el motto de ellos no es combatir la sequía sino aprender a convivir con ella”: Vera Boerger.

Esta región de El Salvador, localizada en el llamado Corredor Seco de América Central, ha sufrido por años los efectos del clima extremo: sequías y exceso de lluvias que han echado a perder varias veces los cultivos de maíz y frijol, los dos rubros agrícolas principales del país y básicos en la dieta local.

Igualmente ha escaseado el agua para beber y para abrevar al ganado.

Pero ahora las 13 familias de La Colmena y otras en el municipio de Metapán, también en Santa Ana, se están adaptando al cambio climático.

Han aprendido el manejo sostenible del recurso hídrico y de los suelos, gracias a un proyecto que ha sumado los esfuerzos de la cooperación internacional, el gobierno, las municipalidades involucradas y de las mismas comunidades.

El proyecto, con un monto de 7,9 millones de dólares, es financiado por el Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF, en inglés) y ejecutado por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), con el apoyo de varios ministerios y de las alcaldías.

Compartiendo experiencias

El trabajo en las localidades involucradas, iniciado en septiembre de 2014, ya está dando resultados positivos, y ello motivó la visita, en mayo, de un grupo de 13 agricultores brasileños, seis mujeres, que también viven en una región con escasez de agua.

El objetivo fue intercambiar experiencias y conocer cómo sus pares salvadoreños lidian con las sequías y las afectaciones climáticas en los cultivos.

“Fue muy interesante saber lo que están haciendo ellos allá, cómo enfrentan la escasez de agua, y nosotros les contarnos lo que hacemos aquí”, dijo a IPS el campesino salvadoreño Pedro Ramos, de 36 años.

Ofelia Chávez muestra algunos de los polluelos entregados a las familias del caserío La Colmena, en Candelaria de la Frontera, en el departamento de San Ana, El Salvador, para fomentar la crianza de aves en esta aldea campesina. Crédito: Edgardo Ayala/IPS

Ofelia Chávez muestra algunos de los polluelos entregados a las familias del caserío La Colmena, en Candelaria de la Frontera, en el departamento de San Ana, El Salvador, para fomentar la crianza de aves en esta aldea campesina. Crédito: Edgardo Ayala/IPS

La visita fue organizada por la Articulación del Semiárido Brasileño (ASA), una red de 3.000 productores y organizaciones sociales de esa ecorregión del Nordeste de Brasil, la región más seca del país. Ahora, seis campesinos salvadoreños viajarán a ver aquella realidad entre el 26 y el 30 de junio.

“Los brasileños nos contaron que hubo un año en que lo que llovió fue apenas lo que las familias del área consumían en un día, prácticamente nada”, continuó Ramos.

La delegación brasileña conoció el proyecto que la FAO ejecuta en la zona, y visitó iniciativas similares en el municipio de Chiquimula, en el departamento del mismo nombre, en el este de la vecina Guatemala.

“Estos productores brasileños tienen mucha experiencia en el tema, están muy organizados, el motto de ellos no es combatir la sequía sino aprender a convivir con ella”, señaló Vera Boerger, oficial de Tierras y Aguas de la Oficina Subregional de la FAO para Mesoamérica.

Los brasileños, añadió en entrevista con IPS desde Ciudad de Panamá, viven en condiciones más complicadas que los centroamericanos: en el Corredor Seco llueve de entre 600 a 1.000 milímetros al año, mientras que en la ecorregión del Semiárido, de 300 a 600 milímetros, “cuando tiene ganas de llover”.

En La Colmena la vida ha sido y es precaria, sin acceso a la electricidad y al suministro de agua por tubería, entre otras carencias.

Según cifras oficiales, el abastecimiento en El Salvador de agua por tubería en 2017 fue de  95,5 por ciento en el área urbana y de 76,5 por ciento en la rural. La pobreza en las ciudades alcanza a 33 por ciento, mientras que en el campo trepa a 53,3 por ciento, en un país de 7,4 millones de habitantes.

En La Colmena, los campesinos brasileños pudieron ver en detalle los dos reservorios construidos en el caserío para la captación del agua de lluvia.

Son unos estanques rectangulares cavados en la tierra, de 2,5 metros de profundidad, 20 metros de largo y 14 de ancho, cubiertos por una membrana de polietileno que evita la filtración y retiene el líquido. Su capacidad es de 500.000 litros.

En el caserío apenas comenzaron a llenarse, constató IPS, pues la estación lluviosa, de mayo a octubre, recién comenzó. En principio el agua será destinada para el ganado vacuno y para pequeños huertos.

Pedro Ramos, Víctor de León, Ofelia Chávez y Daniel Santos (de izquierda a derecha), ante uno de los dos reservorios de agua de lluvia construidos en su caserío, La Colmena, en el municipio salvadoreño de Candelaria de la Frontera. El estanque es parte de los beneficios de un proyecto de adaptación al cambio climático, ejecutado por la FAO. Crédito: Edgardo Ayala/IPS

Pedro Ramos, Víctor de León, Ofelia Chávez y Daniel Santos (de izquierda a derecha), ante uno de los dos reservorios de agua de lluvia construidos en su caserío, La Colmena, en el municipio salvadoreño de Candelaria de la Frontera. El estanque es parte de los beneficios de un proyecto de adaptación al cambio climático, ejecutado por la FAO. Crédito: Edgardo Ayala/IPS

Ofelia Chávez, de 63 años, se dedica a la ganadería en sus 11,5 hectáreas de  terreno. Con 19 vacas y terneras, es una de las principales beneficiadas con el reservorio instalado en su propiedad, aunque el agua la comparta con la comunidad.

“Con el ganado bajaba al río, y era cansado y me preocupaba en verano cuando el agua escaseaba”, narró a IPS, a la orilla del otro estanque, en la finca de De León, junto a varios vecinos que observaban, entusiasmados, cómo sube su nivel cada día, a medida que llueve.

“Nos dicen los expertos que incluso podremos cultivar tilapias aquí”, agregó Ramos sobre la posibilidad de mejorar el ingreso de la comunidad con la piscicultura.

Añadió que los brasileños les contaron que los reservorios en su país los construyen con placas de cemento, en lugar de membranas de polietileno. Pero cree que en El Salvador ese sistema probablemente no funcione porque el suelo es quebradizo y el cemento terminaría agrietándose.

“Es posible hacer (ese diseño de membrana) en algunas localidades del Semiárido, se puede experimentar acá”, aseguró por su parte uno de los brasileños que visitaron el país, Raimundo Nonado Patricio, de 54 años, quien vive en un asentamiento rural en Tururu, un municipio del estado de Ceará.

Para los productores del Corredor Seco, dijo a IPS en una entrevista telefónica desde Río de Janeiro, una experiencia útil “es nuestra diversidad de siembras y los sistemas de captación del agua de lluvia”.

En los dos países centroamericanos visitados, la producción se concentra “en dos o tres cultivos, principalmente maíz”, dijo, mientras en el Semiárido, se siembran decenas de hortalizas, frutas y granos, y se crían varias especies de animales, aun teniendo poca tierra.

En total, el proyecto salvadoreño financiado por el GEF construyó ocho reservorios, de similar capacidad.

Cada familia beneficiada recibió también dos tanques para captar lluvia, fabricados con resina de polietileno, con capacidad de 5.000 litros, así que pueden almacenar hasta 10.000 litros. Una vez purificada con el filtro provisto, el agua es apta para el consumo humano.

“Mi esposa me dice que ahora ve la diferencia, nos sentimos agradecidos, porque antes teníamos que caminar más de una hora por veredas y cerros a un manantial”, contó Daniel Santos, de 37 años, también productor de granos.

Además, en las comunidades beneficiadas se levantaron barreras vivas, con pasto, y muertas, con piedras, en las tierras inclinadas, para evitar la erosión y lograr la infiltración del agua, un esfuerzo encaminado a preservar el recurso hídrico.

Se entregaron también 300.000 árboles frutales y forestales, así como semillas para el cultivo de pasto, a fin de incrementar la cobertura vegetal.

María de Fátima Santos, de 29 años, residente en una comunidad rural de Fátima, en el estado de Bahia, dijo a IPS que de las experiencias que conoció en El Salvador y Guatemala, la que más aprovechable es “el uso del filtro de agua para beber, que es común, similar al de Brasil, pero poco valorado acá”.

Por su parte, sus pares centroamericanos, consideró, podrían adoptar el “huerto económico”, para el que se abre un gran hueco en la tierra, se coloca una lona o tela de plástico, se la cubre con la tierra removida y después unos tubos agujereados y también soterrados la proveen de irrigación por goteo subterráneo.

Con el aporte de Mario Osava desde Río de Janeiro

Edición: Estrella Gutiérrez

El artículo Campesinos centroamericanos y brasileños unen fuerzas contra sequía fue publicado originalmente en IPS Agencia de Noticias.

El sol endulza una panadería de mujeres en el Brasil semiárido

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Grupo de las panaderas que trabaja el turno de los miércoles. Al centro, con camisa oscura, la presidenta de la Asociación Comunitaria de Varzea Comprida dos Oliveiras, Solange de Oliveira. En el extremo derecho Cesar Nóbrega, coordinador del Comité de Energía Renovable del Semiárido, que implantó el sistema solar en la panadería de esa comunidad rural del estado de Paraiba, en el noreste brasileño. Crédito: Mario Osava/IPS

Grupo de las panaderas que trabaja el turno de los miércoles. Al centro, con camisa oscura, la presidenta de la Asociación Comunitaria de Varzea Comprida dos Oliveiras, Solange de Oliveira. En el extremo derecho Cesar Nóbrega, coordinador del Comité de Energía Renovable del Semiárido, que implantó el sistema solar en la panadería de esa comunidad rural del estado de Paraiba, en el noreste brasileño. Crédito: Mario Osava/IPS

Por Mario Osava
POMBAL, Brasil, Jul 26 2018 (IPS)

“El sol que nos castigaba ahora nos bendice”, glorificó una de las 19 campesinas que operan la Panadería Comunitaria de Varzea Comprida dos Oliveiras, un asentamiento de la zona rural de Pombal, un municipio del estado de Paraiba, en el interior semiárido del Nordeste de Brasil.

“Sin la energía solar nuestra panadería estaría cerrada, tendríamos que pagar más de mil reales (265 dólares) mensuales de electricidad”, constató Glauciene Ferreira Freire, de 34 años, agrónoma con maestría en sistemas agroindustriales quien preside la asociación del emprendimiento.

El costo energético, aparentemente bajo, corresponde a la aún limitada producción que se concentra más en pasteles dulces que en panes. La también llamada fábrica de “Bolo das Oliveiras” (pastel de las Oliveiras), marca de sus productos, solo opera tres días en la semana.

Las 19 mujeres que trabajan en el lugar se turnan en tres grupos que laboran el lunes, miércoles y sábado. A veces, en general cada quincena, un grupo se encarga de atender pedidos de pasteles para escuelas en los martes.

La jornada en que IPS visitó la comunidad, ese grupo trabajó de medianoche a las 15 horas, “sin descanso” para hacer 406 kilos del producto.

Ellas ganan poco, cada dos o tres meses se reparten las utilidades netas. La última vez alcanzó 500 reales (135 dólares) para cada una.

Pero no se trata solo de un negocio, con grandes posibilidades de expansión. Se revitalizó la vida comunitaria, de la mano de las mujeres, y se está estimulando mayor producción local de insumos para los pasteles: papas, leche, mantequilla, huevos, yuca, zanahoria y maíz que ganan valor agregado.

“Las mujeres ganaron más respeto”, subrayó Solange de Oliveira, de 42 años y dos hijos, presidenta de la Asociación Comunitaria que representa 84 familias de la pequeña localidad.

La Panadería Comunitaria con su techo de placas fotovoltaicas que permiten reducir el costo de energía. Eso viabilizó el emprendimiento operado por 19 mujeres de Varzea Comprida dos Oliveiras, en la zona rural de Pombal, un municipio del estado de Paraiba, en el noreste de Brasil. Crédito: Mario Osava/IPS

La Panadería Comunitaria con su techo de placas fotovoltaicas que permiten reducir el costo de energía. Eso viabilizó el emprendimiento operado por 19 mujeres de Varzea Comprida dos Oliveiras, en la zona rural de Pombal, un municipio del estado de Paraiba, en el noreste de Brasil. Crédito: Mario Osava/IPS

“Además del ingreso adicional, mejoró nuestra vida con la integración entre vecinos y el reconocimiento afuera”, resumió Irismar Matos, de 52 años y dos hijos ya adultos. La comunidad pasó a recibir visitas de gobernantes, autoridades religiosas, extranjeros interesados en el proyecto.

El sistema fotovoltaico instalado en la panadería representó más que tener electricidad propia. “Trajo conocimiento, experiencia en trabajo asociativo, autoestima”, destacó Cesar Nóbrega, coordinador del Comité de Energía Renovable del Semiárido (CERSA).

Fue el CERSA, un grupo de activistas, investigadores académicos, organizaciones sociales y asociaciones variadas, que aportó, con recursos del Fondo Socioambiental Casa, las instalaciones para la generación energética. Además de los equipos impartió cursos sobre significado y operación de la energía solar a decenas de pobladores locales.

Varzea Comprida dos Oliveiras es una comunidad tradicional de agricultores familiares, dedicados a la producción hortalizas, maíz, frijoles, frutas y leche en la ecorregión del Semiárido brasileño, que sufrió una fuerte sequía en los últimos seis años.

Su activa asociación favorece la agregación de actividades agroindustriales, por eso atrajo el interés de CERSA en convertirla en un ejemplo pionero y demostrativo de uso exitoso de la energía solar.

Es una tendencia regional. En el mismo municipio de Pombal, otra comunidad rural, São João, creó el Agroindustria Fonte de Sabor, que procesa pulpa de frutas. Allí también la energía solar jugó importante papel, reduciendo costos en un 70 por ciento.

Glauciene Freire, presidenta de la asociación que opera la Panadería Comunitaria, lleva una bandeja de pasteles al horno. Ella es agrónoma con maestría en sistemas agroindustriales, la primera de una docena de campesinas ya graduadas en la universidad o estudiando ella. Crédito: Mario Osava/IPS

Glauciene Freire, presidenta de la asociación que opera la Panadería Comunitaria, lleva una bandeja de pasteles al horno. Ella es agrónoma con maestría en sistemas agroindustriales, la primera de una docena de campesinas ya graduadas en la universidad o estudiando ella. Crédito: Mario Osava/IPS

La ecorregión del Semiárido, con más de 24 millones de habitantes, un tercio en el campo, es un territorio de intensa insolación, factor de pérdidas agrícolas y de la evaporación que agrava las sequías, pero que se vuelve positivo ahora por su aprovechamiento energético.

En Varzea dos Oliveiras, con las familias disponiendo de poca tierra, buena parte de solo media hectárea, la alternativa son hortalizas e iniciativas colectivas, según Aires Umberto Vieira, asesor social de la Diócesis católica local que apoyó la construcción de la panadería solar.

La comercialización es el cuello de botella de la panadería, que depende mucho del Programa Nacional de Alimentación Escolar por el cual 30 por ciento de la comida ofrecida a los alumnos de escuelas básicas y secundarias públicas debe ser adquirida de agricultores familiares.

“De un contrato de 105.000 reales (cerca de 28.000 dólares) para proveer escuelas estadales en este año, solo han cumplido un 18 por ciento” a la mitad del año, se quejó Oliveira, la presidenta de la Asociación Comunitaria.

La panadería opera desde diciembre de 2016, pero su puesta en marcha costó una batalla de varios años y algunos desconciertos.

Muchas mujeres de la comunidad ya hacían pasteles en sus casas para venta a vecinos, o en ferias callejeras, como fuente de ingresos adicionales. Decidieron producirlos colectivamente.

Joaquim de Souza Neto, estudiante de ingeniería ambiental al lado del biodigestor que beneficiará la comunidad rural de Varzea Comprida dos Oliveiras con la producción y envase de biogás. El abono que deriva del procesamiento del estiercol animal fertilizará una plantación de frutales que mejorará la alimentación y los ingresos de los campesinos en esta localidad nororiental brasileña. Crédito: Mario Osava/IPS

Joaquim de Souza Neto, estudiante de ingeniería ambiental al lado del biodigestor que beneficiará la comunidad rural de Varzea Comprida dos Oliveiras con la producción y envase de biogás. El abono que deriva del procesamiento del estiercol animal fertilizará una plantación de frutales que mejorará la alimentación y los ingresos de los campesinos en esta localidad nororiental brasileña. Crédito: Mario Osava/IPS

Primero, en mayo de 2015, lograron los equipos y una camioneta de los gobiernos municipal y estadal, pero no tenían donde instalarlos. Luego, con apoyo de la diócesis y Vieira, consiguieron una ayuda de la Fundación Populorum Progressio, del Vaticano, para construir la sede de la Panadería. Por último, el proyecto se viabilizó con la energía solar aportada por CERSA y el Fondo CASA.

“Mi deseo es extender esa energía a todas las familias”, de manera que todos ahorren los costos de la cuenta de luz, manifestó Oliveira.

La forma usual, de microgeneración por paneles fotovoltaicos en cada hogar, es poco viable por tratarse de familias de bajo consumo y beneficiadas por la “tarifa social”, es decir subsidios en el precio de la electricidad.

No vale la pena, mientras se mantenga en Brasil la norma de que los consumidores no pueden vender energía, solo generarla para descontar de su cuenta ante la empresa distribuidora. Es decir nada ganan con producir excedentes. Para los pobres, como los agricultores familiares en general, cualquier placa fotovoltaica ya sería excesivo.

Pero organizados en cooperativas sí que podrían beneficiarse de esa alternativa, cree Nóbrega.

Mientras, la comunidad de Oliveiras se aprestan a contar con otra fuente energética, el biogás, producido en un biodigestor, acompañado de sistemas de purificación, compresión y envase del gas en los botellones usados para gas de cocina (butano).

El proyecto ofrecido por la Incubadora de Agronegocios de Cooperativas, Organizaciones Comunitarias, Asociaciones y Asentamientos Rurales de Paraiba (IACOC), produce 7,8 botellones de biogás al mes, informó Joaquim de Souza Neto, estudiante de ingeniería ambiental que lo ejecuta.

Un segundo biodigestor doblará esa producción, permitiendo más ahorro o ingresos adicionales para la comunidad.

Además, el proceso, que usa estiércol del ganado vacuno como insumo, produce un abono natural que fertilizará un pomar que también generará ingresos futuros, anunció el estudiante de la Universidad Federal de Campina Grande en el campus de Pombal, donde tiene sede IACOC.

Esas alternativas energéticas prometen un futuro mejor para las familias agricultoras, cuyos hijos, no por casualidad, tratan de estudiar, pese al precario transporte que los lleva a las escuelas. La comunidad de Oliveiras ya tiene nueve graduados y otros tres estudiando en la universidad.

Edición: Estrella Gutiérrez

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Manejo de suelos, un gran reto para nuevos agricultores en Cuba

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El agricultor Liuber Ojeda muestra el terreno donde obtiene abono orgánico o compost, en la finca 5 de Julio, cerca del barrio de Alamar, en el municipio de Habana del Este, en la capital cubana. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

El agricultor Liuber Ojeda muestra el terreno donde obtiene abono orgánico o compost, en la finca 5 de Julio, cerca del barrio de Alamar, en el municipio de Habana del Este, en la capital cubana. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

Por Ivet González
LA HABANA, Aug 8 2018 (IPS)

Las tierras que están disponibles actualmente en Cuba para entregar en usufructo a emprendedores agrícolas suelen estar apartadas de los asentamientos, las fuentes de agua y sin vías de acceso… Por si fuera poco, sus suelos tienen los niveles más bajos de productividad.

Especialistas y usufructuarios con larga experiencia entrevistados por IPS señalan que el camino para aprovechar esos terrenos está en la agroecología, junto a incentivos extras a ofrecer por las autoridades, algunos de los cuales están recogidos en las nuevas leyes publicadas el martes 7 para entregar 472.000 hectáreas de tierras ociosas.

Se trata del Decreto Ley 358 con su reglamento y el Decreto 350, que entrarán en vigor en octubre, tras una larga espera desde agosto de 2017, cuando funcionarios del Ministerio de la Agricultura adelantaron detalles de los cambios para afrontar un paso complejo en la continuidad del programa iniciado en 2008.

Fuentes oficiales reiteran que las medidas se orientan a seguir elevando la cantidad de tierras productivas, ampliar las áreas bajo algún tipo de manejo del suelo y evitar el mal uso de este recurso natural, que es clave para la seguridad alimentaria, y está identificado como el más endeble del país caribeño por el ramo ambiental.

“La agroecología recoge manejos para hacer productivas esas tierras porque la fertilidad del suelo se hace… pero lleva años”, sostuvo el agrónomo Fernando Funes Aguilar, un investigador y promotor veterano de una agricultura sostenible y orgánica.

Por ello, el especialista calificó de positivo la extensión de los plazos de arrendamiento en las nuevas leyes para la conservación de los suelos agrícolas, de los cuales 70 por ciento presenta algún un factor limitante de la productividad.

Ahora las y los usufructuarios podrán tener los terrenos por 20 años y prorrogables sucesivamente por igual lapso, mientras que las personas jurídicas los recibirán por tiempo indefinido. Antes los plazos eran hasta 10 y 25 años respectivamente.

Entre otros cambios, las normativas elevan la cantidad de hectáreas permitidas a entregar y el área a disponer para construir o ampliar bienhechurías, de uno a tres por ciento del total de la parcela, para responder a las necesidades de las diversas actividades agropecuarias y la vivienda, que se aprobó desde 2012.

Sin embargo, Funes consideró que, de forma general, “todavía se necesita más apertura y estímulos a los usufructuarios para que satisfagan en gran medida necesidades de la población” y más personas se sientan atraídas por realizar fuertes inversiones, pedir créditos y hacer producir tierras con muchas limitaciones.

Las disposiciones pautan más causas para el retiro de las tierras además de incumplir con sus normas, como usar fondos ilícitos, faltar al régimen de seguridad social, o que los usufructuarios no administren ni trabajen directamente la parcela o tengan una conducta moral y social “contraria a los principios éticos de nuestra sociedad”.

El productor Maikel Núñez obtiene plantas ornamentales conocidas como pata de elefante, en el vivero orgánico Majagual, ubicado en el barrio de Barbosa, en el municipio de la Lisa, uno de los que conforman la capital de Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

El productor Maikel Núñez obtiene plantas ornamentales conocidas como pata de elefante, en el vivero orgánico Majagual, ubicado en el barrio de Barbosa, en el municipio de la Lisa, uno de los que conforman la capital de Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

De 2008 a 2018, fueron entregadas alrededor de 2.102.454 hectáreas a 244.851 personas naturales y jurídicas en Cuba. Se considera que los principales beneficios han recaído en la agricultura familiar dado que 241.604 de los usufructuarios han sido personas naturales con pequeñas fincas, de las cuales 13 por ciento son mujeres.

Una fuente especializada explicó a IPS que hasta principios de este año la cifra de hectáreas y usufructuarios reales resultaba menor debido a la cancelación de los contratos, una cifra que no suele ser pública, debido sobre todo a dejación o retiro de los terrenos por incumplimientos de los términos.

En la nueva etapa se identificaron para entregar 472.000 de las 917.300 hectáreas ociosas del país, donde el Estado es el mayor propietario de la tierra.

La Dirección de Suelos y Control de la Tierra del ramo agrícola dijo en 2017 a la prensa local que, salvo excepciones, las parcelas disponibles presentan suelos con los dos niveles más bajos de productividad agrícola, además de otras limitantes en acceso a agua, sin vías de acceso, alejadas de las comunidades e infestadas de malezas.

Funes espera que “la nueva ley anunciada incentive a más productores y facilite que muchos más usufructuarios se sientan dueños de la tierra”.

El sentido de pertenencia y garantías de tenencia a largo plazo favorecerá que más de estos productores apuesten a un uso sostenible del suelo. “En cada lugar debe hacerse un manejo específico, que puede establecerse desde el principio o ir variando sobre la marcha”, recomendó.

A su juicio, la agroecología ofrece guías para obtener subproductos que mejoren la fertilidad de los suelos como abonos verdes o a partir de las excretas del ganado o las lombrices (humus de lombriz).

Gracias a técnicas de conservación y manejo del suelo, plantas de quimbombó (Abelmoschus esculentus), también conocida como ocra, crecen en la finca 5 de Julio, en los alrededores del barrio de Alamar, en el capitalino municipio de Habana del Este, en Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

Gracias a técnicas de conservación y manejo del suelo, plantas de quimbombó (Abelmoschus esculentus), también conocida como ocra, crecen en la finca 5 de Julio, en los alrededores del barrio de Alamar, en el capitalino municipio de Habana del Este, en Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

“También se pueden incluir sistemas silvopastoriles que aporten nutrientes al suelo y policultivos, entre otros”, añadió Funes.

Y recomendó, sin el uso de agroquímicos, la agricultura de conservación, que propone eliminar la labranza para preservar los suelos.

Por estar entre los primeros beneficiados en 2008, el productor Liubar Ojeda esperaba con ansia la salida de las nuevas leyes para renovar el usufructo de su parcela “5 de Julio”, de 0,22 hectáreas, ubicada en la periferia del barrio Alamar, en el municipio capitalino de Habana del Este.

Ojeda contó que, cuando sacaron con buldóceres los escombros del lugar usado como basurero, “la poca capa vegetal que había en el suelo también se perdió y las primeras siembras no crecían”. Los terrenos necesitaban una cantidad tan grande de nutrientes que le resultó más rentable hacer abonos orgánicos que comprarlos.

Entonces el productor identificó en los abonos orgánicos una “oportunidad de negocios porque nadie en el municipio trabajaba esa línea” y, por otro lado, “nuestro suelo no tenía las condiciones requeridas para los cultivos varios y demás producciones”.

Junto a su esposa y un trabajador, Ojeda obtiene al año 300 toneladas de compost, 36 toneladas de humus de lombriz y pequeñas cantidades de tubérculos, hortalizas y carne de conejo.

Ahora está a la espera por la certificación internacional de su fertilizante ecológico, Liufer, a base de té de compost y lixiviado de lombrices, que ya comercializa localmente.

El profesor jubilado Rafael Núñez es usufructuario desde hace más de 20 años de 1,2 hectáreas de tierras con suelos muy poco productivos, donde levantó el vivero ecológico El Majagual, que está rodeado de árboles maderables y frutales y las siembras se hacen en macetas y bolsas de plástico.

En Barbosa, un barrio periférico del municipio capitalino de Playa, el productor junto a nueve trabajadores obtiene cada año 100.000 plantas ornamentales, 12.000 posturas de frutales y 8.000 posturas de maderables, en envases con sustrato elaborado por ellos mismos.

“Sí se puede lograr en un grupo grande de campesinos crear las condiciones para producir a partir de la topografía del terreno y los recursos disponibles”, aseguró.

Uno de sus hijos, Maykel, explicó que 0,02 hectárea hoy la usan para sembrar directamente una planta ornamental oriunda de Madagascar y típica de climas secos, la pata de elefante (Pachypodium rosulatum), que goza de gran aceptación entre los clientes.

Hace una década, el Decreto Ley 259 reactivó el usufructo en el país socialista, que es la primera reforma del gobierno de Raúl Castro (2008-abril 2018).

El Decreto Ley 300 amplió en 2012 las facilidades, el cual será derogado con la entrada en vigor de las últimas normas, aprobadas ya durante el mandato del actual presidente, Miguel Díaz-Canel.

Edición: Estrella Gutiérrez

El artículo Manejo de suelos, un gran reto para nuevos agricultores en Cuba fue publicado originalmente en IPS Agencia de Noticias.

Mujeres conectadas son mujeres empoderadas, también en el campo

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Talleres de comunicación impartidos por la Unión de Mujeres Aymaras del Abya Yala (UMA) y la Red de Comunicadores Indígenas del Perú. Departamento de Puno, Perú. Crédito: Notimia

Talleres de comunicación impartidos por la Unión de Mujeres Aymaras del Abya Yala (UMA) y la Red de Comunicadores Indígenas del Perú. Departamento de Puno, Perú. Crédito: Notimia

Por Corresponsal Fao
MÉXICO, Oct 6 2018 (IPS)

Las tecnologías de información y comunicación (TIC) han transformado la manera consumir y producir información en todo el mundo. Diversas áreas de nuestras vidas han mejorado gracias a la aparición de la telefonía celular y la cada vez mayor penetración de la Internet.

Aunque no se trata de una revolución exclusivamente urbana. Actualmente, diversas tecnologías mejoran las vidas de pequeños agricultores en incontables maneras: Desde cuidar el estado de los cultivos hasta monitorear los precios del mercado.

Las tecnologías de información y comunicación tienen un enorme potencial para democratizar el aprendizaje, favorecer la educación financiera, dinamizar el intercambio de conocimientos y fomentar la retención de los jóvenes en el mundo rural, entre otras múltiples posibilidades.

Pero el acceso a estas tecnologías tiene serias limitaciones, más allá de las infraestructuras disponibles en el mundo rural: gran parte de este potencial todavía no se ha explotado, particularmente en el caso de las mujeres.

Aunque ellas desempeñan un papel fundamental para revolucionar nuevamente la producción agrícola y revitalizar el tejido social de los sectores rurales, enfrentan una triple brecha: no son nativas digitales, no tienen acceso a los servicios de las ciudades y día a día viven la desigualdad de género.

Las mujeres que tienen un menor acceso a las tecnologías se encuentran una enorme desventaja, al ser excluidas de un dinámico mundo de información, comunicación y conocimiento. 

Innovación social para promover el cooperativismo

María Chum Pastor tiene 26 años, es originaria de Climentoro Aguacatán, en Guatemala, y es una de las estudiantes de La Factoría, una plataforma a través de la cual desarrolla sus capacidades de negocio y asociación estratégica, para dar forma a sus sueños emprendedores.

Comproagro es un intermediario digital y gratuito para que los campesinos den a conocer sus productos. Crédito: Agrovisión / ChispaRural.GT

Comproagro es un intermediario digital y gratuito para que los campesinos den a conocer sus productos. Crédito: Agrovisión / ChispaRural.GT

En la Factoría se percibe la vitalidad e inquietud de los jóvenes que buscan crear micro, pequeñas y medianas empresas rurales.

Todas las empresas que actualmente están en formulación en el laboratorio, se basan en la agricultura o en la cría de ganado, pero también aprovechan otras oportunidades aún no explotadas a plenitud, como el ecoturismo, la reforestación y las energías.

“En mi comunidad hay muchas decisiones difíciles de tomar, como el envío de niños o incluso de bebés al extranjero. Todo el mundo emigra: muchachos y muchachas, mujeres jóvenes e incluso familias enteras”, señala María sobre Huehuetenango, el departamento guatemalteco donde vive y al cual valora, a pesar de ser el más pobre del país (73,8 por ciento de la población vive en la pobreza).

La Factoría forma parte de una agenda de trabajo de la FAO que brinda acompañamiento técnico, operativo y de asociación en el diseño de proyectos productivos.

Una joven se capacita en el uso de drones para el monitoreo comunitario de bosques en territorios indígenas de Panamá. Crédito: FAO

Una joven se capacita en el uso de drones para el monitoreo comunitario de bosques en territorios indígenas de Panamá. Crédito: FAO

A lo largo del proceso, las y los jóvenes son motivados a aprovechar las oportunidades financieras y de mercado y a utilizar las tecnologías de la información y comunicación para movilizar el apoyo del sector público y privado.

NOTIMIA: Dando voz a las mujeres indígenas y afrodesendientes

Después de diferentes encuentros y debates sobre iniciativas de comunicación, la Agencia de Noticias de Mujeres Indígenas y Afrodescendientes (NOTIMIA) comenzó a conformarse en México impulsada por la Alianza de Mujeres Indígenas de Centroamérica y México.

Uno de los principales logros de esta agencia de noticias es su posicionamiento como medio de comunicación alternativo hecho por mujeres. NOTIMIA cubre actividades y eventos de organismos internacionales, sobre temas como derecho al territorio, seguridad y soberanía alimentaria, derechos de las comunidades indígenas y afrodescendientes, entre otros.

El equipo de comunicadoras indígenas se ha capacitado en el manejo de materiales de comunicación, herramientas técnicas, fotografía, producción de imágenes y metodologías de comunicación comunitaria.

¡Sin intermediarios! Una red social para agricultores y consumidores

Gracias a sus raíces rurales, Gina Jiménez, joven colombiana de 18 años, conoce muy bien los problemas de los campesinos. Motivada por el cambio, ha creado una aplicación móvil para tratar de solucionar uno de los mayores problemas que enfrentan los pequeños productores: gran parte de las ganancias no van para ellos, sino para los intermediarios.

Comproagro es un emprendimiento social que elimina intermediarios en el proceso de compra y venta de productos, a través de una plataforma web, permitiendo la comercialización directa entre campesino y consumidor, mejorando así los ingresos y la calidad entregada.

“Para que los jóvenes de aquí puedan ser empresarios, lo primero que hay que hacer es romper con algunas tradiciones. A veces la comunidad misma es el primer obstáculo: no quieren creer en algo nuevo o mejor", señala María Chum Pastor, analizando las problemáticas que ha enfrentado. Crédito: Luis Sánchez Díaz

“Para que los jóvenes de aquí puedan ser empresarios, lo primero que hay que hacer es romper con algunas tradiciones. A veces la comunidad misma es el primer obstáculo: no quieren creer en algo nuevo o mejor”, señala María Chum Pastor, analizando las problemáticas que ha enfrentado. Crédito: Luis Sánchez Díaz

Al facilitar la compra directa, evita inconvenientes y permite a sus compradores obtener lo mejor de las cosechas del campo.

Gina no esperaba que esta simple idea tuviera un impacto tan grande para su comunidad. Le sorprende que el proyecto que inició dos años atrás en estos momentos esté generando empleo a 11 personas, siete de ellas madres cabeza de familia.

Somos TIC-as: Posicionando a jóvenes rurales en tecnologías digitales

TIC-as en un principio fue diseñado para crear condiciones de trabajo en el sector de las tecnologías digitales para las mujeres de sectores rurales; sin embargo, debido a su éxito, se extendió a otras partes del país y se tomó como modelo para replicarse en la región centroamericana.

Nació en 2013 en Costa Rica mediante el Fondo de Igualdad de Género de ONU Mujeres y actualmente se desarrolla gracias al apoyo de Google.org.

Su misión es posicionar a las mujeres en el mundo de las tecnologías digitales, creando condiciones de igualdad desde edades tempranas hasta el ámbito profesional.

Su apuesta es generar un espacio de interacción dinámico y afectivo, donde todas nuestras participantes tengan la oportunidad de crecer, explotar su potencial y construir un mundo más equitativo, igualitario y sostenible.

Más que un grupo de mujeres interesadas en la tecnología, TIC-as es una red que camina firme y determinada en el posicionamiento de la mujer en las tecnologías digitales.

Este artículo fue publicado originalmente por la Oficina Regional de la FAO para América Latina y el Caribe, en el marco de la campaña regional #MujeresRurales, mujeres con derechos. IPS lo distribuye por un acuerdo especial de difusión con esta oficina regional de la FAO.

El artículo Mujeres conectadas son mujeres empoderadas, también en el campo fue publicado originalmente en IPS Agencia de Noticias.

Diversificar los cultivos ayuda a superar las sequías en Brasil

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Decenas de camiones salían cada día de São Gonçalo,  llevando su producción agrícola, principalmente cocos, a los mercados de todo Brasil, incluso a las ciudades de Río de Janeiro y São Paulo, distantes más de 2.000 kilómetros. La prosperidad de ese distrito de Sousa, un municipio del nororiental estado de Paraíba que engloba unos 70.000 […]

El artículo Diversificar los cultivos ayuda a superar las sequías en Brasil fue publicado originalmente en IPS Agencia de Noticias.


¿Cambio climático es una oportunidad para agricultura argentina?

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El cambio climático es una amenaza global para la producción de alimentos, pero para la agricultura argentina podría ser a la vez una fuente de oportunidades. En algunas zonas del país se generarían mejores condiciones para la actividad productiva, según el análisis de especialistas sobre las últimas proyecciones climáticas. A través de los “Mapas de […]

El artículo ¿Cambio climático es una oportunidad para agricultura argentina? fue publicado originalmente en IPS Agencia de Noticias.

Clima coloca en emergencia alimentaria al Corredor Seco centroamericano

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Los eventos climáticos, en especial la sequía, han colocado en emergencia alimentaria urgente a 1,4 millones de familias de agricultores de subsistencia en el Corredor Seco centroamericano. Crédito: FAO

Los eventos climáticos, en especial la sequía, han colocado en emergencia alimentaria urgente a 1,4 millones de familias de agricultores de subsistencia en el Corredor Seco centroamericano. Crédito: FAO

Por Corresponsal Fao
PANAMÁ, Apr 25 2019 (IPS)

Las sequías prolongadas e intensas lluvias destruyeron más de la mitad de las cosechas de maíz y frijoles de los agricultores de subsistencia en el Corredor Seco centroamericano, dejándolos sin reservas de alimentos y afectando su seguridad alimentaria, alertaron este jueves 25 dos agencias de las Naciones Unidas.

Diagnósticos de los gobiernos centroamericanos concluyeron que 2,2 millones de personas habían sufrido pérdidas de cosecha, sobre todo a causa de la sequía.

Análisis y evaluaciones de seguridad alimentaria en emergencias realizados en el Corredor Seco por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), El Programa Mundial de Alimentos (WFP) y los gobiernos en el último trimestre de 2018 validaron estos resultados y confirmaron que 1,4 millones del total de 2,2 millones de personas afectadas necesitan asistencia alimentaria con urgencia.

Para el 2019, la FAO y el WFP están solicitando a la comunidad internacional 72 millones de dólares para brindar asistencia alimentaria a más de 700.000 personas en el Corredor Seco, una franja que va desde el sur de México hasta Panamá, y convierte en especialmente vulnerables los territorios que atraviesa de Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua.

Estos fondos también se utilizarán para crear y rehabilitar activos productivos, diversificar las fuentes de ingreso de los agricultores, establecer sistemas de protección social y fortalecer su resiliencia ante los efectos del clima.

“Los agricultores de subsistencia están comenzando a sembrar este mes, muchos no tienen reservas de alimentos y están en riesgo de perder sus cosechas nuevamente”, advirtió Miguel Barreto, director regional del WFP para América Latina y el Caribe.

“Si no les apoyamos ya, el período de escasez de alimentos de los próximos meses podría ser particularmente duro para ellos y especialmente para los más vulnerables, entre ellos niñas y niños, con el consecuente deterioro de su condición nutricional”, añadió.

Gobiernos centroamericanos informaron que en el 2018 un retraso en las lluvias en el Corredor Seco arruinó hasta un 70 % de la cosecha de Primera de los agricultores de subsistencia, mientras que el exceso de lluvias dañó hasta 50% de la cosecha de Postrera.

A mediados de febrero de 2019, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA) de Estados Unidos anunció la aparición del fenómeno de El Niño y se pronostica que se prolongue hasta el mes de octubre.

Existe una alta probabilidad de que El Niño afecte la siembra de granos básicos de la Primera, lo que empeoraría la ya frágil seguridad alimentaria y nutricional de las comunidades en el Corredor Seco centroamericano.

La FAO y el WFP, también conocido como PMA, recomiendan informar a los agricultores que tomen en cuenta esta condición para que sus cosechas no sufran los impactos del retraso de la temporada lluviosa, tomando medidas como el reemplazo de cultivos exigentes en agua por sorgo, maicillo y tubérculos o la siembra de variedades precoces de ciclo corto con las primeras lluvias en las zonas más secas.

“Hay que mejorar la resiliencia de los habitantes del Corredor Seco. Para ello se deben reforzar los sistemas de vigilancia y alerta temprana, y mitigar los efectos de eventos como sequías y lluvias a través de buenas prácticas agrícolas que aumentan la resiliencia y adaptación de las familias para fortalecer sus medios de vida, evitando que estos eventos climáticos comprometan su seguridad alimentaria y los fuercen a migrar”, dijo Adoniram Sanches, coordinador subregional de la FAO para Mesoamérica y Representante en Panamá.

Se estima que de los 1.9 millones de pequeños productores de granos básicos que hay en Centroamérica, la mitad se encuentran en la zona del Corredor Seco.

Estas familias son agricultores de subsistencia, lo que significa que cosechan y consumen los alimentos que siembran, principalmente maíz y frijoles, y apenas cuentan con recursos para hacer frente a los riesgos. Si una cosecha falla, no tienen reservas suficientes para comer o vender, para sobrevivir hasta la próxima cosecha.

Una vez agotan sus reservas de alimentos, las familias recurren a estrategias de sobrevivencia consideradas de crisis o emergencia. Según información de la FAO, WFP y los gobiernos, hasta un 82% de las familias ha vendido sus herramientas de agricultura y sus animales para comprar comida. Incluso se saltan las comidas o comen alimentos menos nutritivos.

Más del 25% de los hogares encuestados no tienen suficientes ingresos para cubrir el costo de la canasta básica. Por otra parte, un 8% de las familias informaron que piensan migrar en respuesta a esa situación.

Según la FAO y el WFP, solo a través de la revitalización de los territorios del Corredor Seco se podrán garantizar condiciones para que las comunidades mejoren sus medios de vida, sin que tengan que irse de sus países y emprender viajes riesgosos para buscar mejores oportunidades.

Este artículo fue publicado originalmente por la Oficina Regional de la FAO para América Latina y el Caribe. IPS lo distribuye por un acuerdo especial de difusión con esta oficina regional de la FAO.

RV: EG

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Por un café amigo de los bosques

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Manos de mujer sostienen unos granos de café, cultivados en cafetales en las laderas de las montañas andinas de Perú. Crédito: Adrián Portugal/PNUD Perú

Manos de mujer sostienen unos granos de café, cultivados en cafetales en las laderas de las montañas andinas de Perú. Crédito: Adrián Portugal/PNUD Perú

Por María del Carmen Sacasa
LIMA, May 14 2019 (IPS)

En América Latina estamos muy orgullosos de nuestras comidas y bebidas. Por ejemplo, en nuestros suelos se producen algunas de las mejores variedades de café en el mundo. En Perú, Colombia y Brasil, por solo mencionar algunos ejemplos, beber buen café es una tradición que se pasa de generación en generación.

Pero para que nuestros cafés tengan su sabor tan particular, una serie de elementos tienen que estar conectados. La planta, que muchas veces se cultiva en las zonas amazónicas, requiere del agua que viene de los glaciares de las cordilleras andinas.

El suelo necesita décadas de vegetación que lo hagan fértil y resiliente. Cultivar el grano requiere el trabajo de decenas de miles de personas a lo largo de toda la región, en su mayoría proveniente de poblaciones indígenas, en situación de pobreza.

Esta historia se repite con decenas de productos de importancia económica global.

María del Carmen Sacasa. Crédito: PNUD Perú

María del Carmen Sacasa. Crédito: PNUD Perú

De hecho, el continente americano posee 40 por ciento de la capacidad de ecosistemas mundiales para producir los insumos naturales que consumen las personas, no solo en la región, sino en el mundo.

Y, sin embargo, la misma biodiversidad que hace de América Latina una región clave, incrementa su vulnerabilidad.

Muchos de los países más sensibles al cambio climático se encuentran en la región, situación que pone en peligro no solo la diversidad de los alimentos en nuestros platos, sino también la seguridad alimentaria de millones de personas en todo el planeta,  las personas en condición de vulnerabilidad.

Y así como el café necesita la interconexión de diversos elementos para mantener su sabor, aroma e intensidad; nuestro planeta necesita la colaboración de diversos actores para enfrentar la mayor amenaza de nuestro tiempo: el cambio climático.

Por ello nuestro enfoque sobre los commodities verdes cobra tanta relevancia, porque propone romper barreras e iniciar diálogos constructivos entre los diversos actores que conforman la cadena de valor con el fin de encontrar formas más sostenibles y eficientes de producir.

Esta es una condición imprescindible para generar transformaciones que permitan no solo incrementar la producción, generar mayores ingresos y conservar los ecosistemas, sino sobre todo mejorar la vida de millones de pequeños productores que hoy son la pieza clave de nuestra alimentación global, y sin embargo también los más vulnerables.

En Perú, el café es el principal cultivo de exportación del país, y el sustento de más de 220 mil familias de pequeños productores.

Este es el caso de Esperanza, una lideresa indígena de la comunidad de Pangoa, a 200 kilómetros de Lima, en el medio de la Amazonía peruana. En esta comunidad el café es un motor de desarrollo, pero también de deforestación.

Gracias al liderazgo de mujeres y Esperanza, es posible impulsar desarrollo sostenible utilizando mecanismos innovadores que recogen herramientas del conocimiento tradicional.

Hoy su comunidad lidera una cooperativa cafetalera que exporta café con certificación orgánica -libre de deforestación- a Perú y el mundo. En el proceso, ha establecido una empresa próspera que emplea a más de 700 personas y genera nuevas oportunidades para toda la región.

Desde el lunes 13 y hasta el viernes 17, Perú es sede de la primera Conferencia Good Growth, un espacio global que es la representación de la potencia de este enfoque.

Más de 270 líderes de los sectores público y privado, de la academia, de la sociedad civil, de las comunidades rurales e indígenas nos reuniremos a lo largo de la semana para compartir experiencias, encontrar nuevas soluciones y fortalecer nuestra respuesta.

No es gratuito que Perú sea el espacio elegido para este encuentro único, siendo además el segundo exportador de granos de café orgánicos.

Desde la acción estatal hasta la acción comunitaria, el país está liderando esfuerzos de para avanzar en esta apuesta… donde los commodities son aliados de la lucha contra la deforestación, siendo así conductores para el logro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

En el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), creemos que alcanzar esta ambiciosa promesa global requiere que los sectores reconozcan la profundidad de su impacto en el desarrollo. Desde las redes de juventud que activan en sus comunidades hasta las grandes empresas multinacionales que alcanzan a decenas de países.

Estas instituciones ya están generando transformaciones importantísimas en el territorio, pero si no encontramos formas de acelerar e integrar nuestro esfuerzo de manera colectiva, los ODS no se harán realidad.

Ante el cambio climático y los diversos retos que plantea la Agenda 2030, solo podemos avanzar de manera conjunta, dentro de los países y entre los países. Hacerla realidad es posible, pero solo si actuamos ahora, y esto requiere transformaciones sin precedentes en todos los sectores.

Creemos firmemente que los productores de café en Perú tienen muchísimo que aprender de los agricultores de soya en Brasil, de piña en Costa Rica, de palma aceitera en Liberia y Malasia. ¿Qué funcionó? ¿Pero fundamentalmente qué no funciono? ¿Cómo podemos seguir innovando en nuestros modelos? ¿Cuál es el siguiente paso que aún no descubrimos?

En el PNUD tenemos el compromiso firme de servir y contribuir a plataformas como esta, que abran esos diálogos y generen nuevas respuestas, pero también nuevas preguntas.

Como la relación de elementos que permiten que el café sea especial, el mundo del siglo XXI es complejo e interconectado, nuestra respuesta a sus principales desafíos también debe serlo.

Somos la última generación que podría tener la capacidad de hacer una diferencia, así que no hay tiempo que perder.

RV: EG

 

El artículo Por un café amigo de los bosques fue publicado originalmente en IPS Agencia de Noticias.

El dinero sí crece en los árboles, demuestra una experiencia en Zambia

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Lucky Choolwe, un facilitador de una organización ambiental de Zambia, que conecta a los propietarios de las tierras y los responsables de las políticas destinadas a luchar contra la deforestación, durante una sesión práctica con agricultores que participan en un proyecto especial de regeneración de bosques administrados por agricultores. Crédito: Cortesía de Friday Phiri

Lucky Choolwe, un facilitador de una organización ambiental de Zambia, que conecta a los propietarios de las tierras y los responsables de las políticas destinadas a luchar contra la deforestación, durante una sesión práctica con agricultores que participan en un proyecto especial de regeneración de bosques administrados por agricultores. Crédito: Cortesía de Friday Phiri

Por Friday Phiri
CHOMA, Zambia, Jul 26 2019 (IPS)

Jennifer Handondo es una agricultora a pequeña escala del sur de Zambia, que cultiva maíz y otros productos, con el fin principal de cubrir las necesidades de su familia. Pero esta madre divorciada y sustento único de sus tres hijos, este año tuvo una pobre cosecha por las altas temperaturas y las  bajas precipitaciones.

Así que esta productora del distrito (municipio) de Choma, en la provincia del Sur, decidió diversificar su actividad y dedicarse también a la venta de plántulas de neem (Azadirachta indica), moringa y otras plantas medicinales.

“Para mí, los árboles representan dinero y un medio de vida, pero no de forma incorrecta a través de la producción de carbón, sino a través de estas plántulas”, dijo Handondo a IPS, al contar como ahora vende polvos de hojas como la Moringa oleifera, un alimento y planta con valores medicinales científicamente comprobados.

Este año ganó apenas 78 dólares por la venta del excedente de la cosecha que le quedó del consumo familiar,  pero en contrapartida obtuvo 5.400 dólares mensuales por la comercialización del polvo de moringa.

De hecho,  recibe tantos pedidos de ese polvo de grandes instituciones locales que tiene que apoyarse en la producción de otros agricultores cercanos para cumplir con todos los pedidos.

“Mi sustento y el de mi familia proviene de los árboles”, dijo.

La deforestación, una amenaza creciente en Zambia

Zambia tiene una cobertura forestal de 49,9 millones de hectáreas, lo que representa 66 por ciento de la superficie de esta nación del sur de África,  y cuenta con al menos 220 especies de árboles diferentes.

Sin embargo, con una tasa de deforestación de entre 250.000 y 300.000 hectáreas por año, esta rica biodiversidad está en riesgo de perderse.

Un informe reciente sobre las perspectivas ambientales de la Agencia de Gestión Ambiental de Zambia mostró que los altos niveles de deforestación del país no han logrado desacelerarse.

El informe señala varias causas para esto, entre ellas el corte indiscriminado ilegal de árboles y la recolección imprudente de madera para combustible, quema de carbón, la recolección de madera, la remoción de grandes áreas de tierra para la expansión de la agricultura, la tala y quema de tierras agrícolas, la urbanización y nuevos asentamientos humanos.

Además, el incremento de las energías renovables del país no es alentador. Se estima que solo alrededor de 25 por ciento de la población de 17 millones está conectado a fuentes de energía renovable.

Sin embargo, la historia de Handondo es diferente. En su adolescencia abandono la escuela en el noveno grado, pero después regresó a las aulas y se graduó en Agricultura General en la Escuela de Agricultura de Zambia.

Ahora es una apasionada y activista de la conservación de los bosques y desde 2016 participa  en campañas de siembra de árboles y programas de concientización sobre la necesidad de proteger la capa forestal.

Así que para ella, la decisión de vender plántulas medicinales y convertir los productos provenientes de los árboles en su fuente de ingresos, resultó un tránsito fácil.

Igual que fue fácil convertirse en una defensora del proyecto de regeneración de bosques administrado por agricultores (FMNR, en inglés), apoyado por World Vision Zambia (WVZ), que se está implementando en el sur del país.

FMNR se basa en la regeneración activa y el manejo de árboles y arbustos a partir de tocones, sistemas de raíces de brotes o semillas, con el objetivo de restaurar las tierras agrícolas degradadas y la fertilidad del suelo, y aumentar así el valor y/o la cantidad de vegetación leñosa en las tierras agrícolas.

“El principal objetivo de FMNR es capacitar a la comunidad con conocimientos para reducir la deforestación que ha sido muy rampante en este país”, dijo a IPS Shadrick Phiri, especialista en agricultura y recursos naturales de WVZ, una división de World Vision International, una organización humanitaria vinculada a iglesias evangélicas.

Según Phiri, la técnica es muy apropiada para las comunidades rurales y para regenerar las tierras que se han degradado hasta un punto en el que la pérdida de la cobertura vegetal es perenne, mientras la fertilidad del suelo ha caído a niveles que impiden la actividad agrícola.

“El FMNR puede desarrollarse como parte de la actividad en la finca practicada por los agricultores individuales o en áreas forestales protegidas y manejadas por la comunidad”, dijo Phiri. Agregó que el proyecto también funciona para la regeneración de las tierras destinadas a la actividad pecuaria, en particular el pastoreo.

“Hemos optado por utilizar un sistema económico pero sólido para regenerar nuestros bosques de forma natural. Actualmente tenemos 600 agricultores en los cuatro programas de desarrollo del área en la Provincia del Sur que actualmente practican el FMNR”, contó.

A nivel nacional son 2.600 hogares en los 25 programas del área donde WVZ trabaja actualmente, según detalló Phiri.

El proyecto FMNR integra un paquete de iniciativas en Zambia dirigidas a la restauración de tierras degradadas.

Otra de esas iniciativas que integra a los agricultores y a las comunidades locales en la revitalización de las tierras degradadas, es Plant A Million (PAM, Plantar un Millón). Lanzado en 2018, el PAM es un proyecto apoyado por la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación. Su objetivo es plantar al menos 2.000 millones de árboles para 2021.

Emanuel Chibesakunda, de Munich Advisors Group, una firma de consultoría que desarrolló el concepto y está implementando la iniciativa, dijo a IPS que desde el lanzamiento, un hito importante para los agricultores rurales ha sido la asociación con otras organizaciones que les aportan ideas e iniciativas vinculadas a sus necesidades.

Enfoque centrados en la comunidad

En el Foro Mundial de Paisajes, celebrado en junio en Alemania, dirigentes gubernamentales, expertos y representantes de comunidades indígenas adoptaron un enfoque de derechos para la gestión y conservación de paisajes sostenibles.

El foro subrayó que cuando se reconocen legalmente los derechos de las autoridades de las comunidades locales sobre sus bosques y tierras,  las tasas de deforestación se reducen en la mayoría de los casos.

Eso porque los gobiernos locales, la sociedad civil y el liderazgo tradicional están utilizando enfoques centrados en la comunidad para lograr la neutralidad de la degradación de la tierra.

En Zambia el FMNR tiene la característica justamente de apuntar al liderazgo tradicional como aliado para su desarrollo en las comunidades.

“Como custodios de vastas tierras tradicionales donde se realizan la mayoría de las actividades de deforestación, creemos que su participación es muy importante para revertir el daño”, dijo Phiri.

Explicó que el enfoque comunitario se ha implementado con éxito otros países africanos, como Níger y Etiopía, con millones de hectáreas de bosques en proceso de regeneración, mientras que en Malawi hay un gran progreso en esa dirección.

En Zambia, los líderes tradicionales resolvieron en una reciente reunión formar Comités de Bosques Comunitarios para hacer cumplir el FMNR y todas las actividades relacionadas con el manejo forestal que forma parte de sus jefaturas.

Pero para lograr esto, solicitaron que el gobierno considere fortalecer su autoridad al otorgarles poderes de ejecución con respecto a las leyes que rigen los delitos y las sanciones locales.

Según las leyes actuales, los jefes tribales no pueden emitir una sanción penal contra los delincuentes. Su único papel es facilitar el arresto de delincuentes por parte de la policía u otros agentes autorizados.

La agricultora Handondo está entre quienes creen que FMNR es importante para el futuro de los bosques de Zambia, y también para que se mantenga el exuberante crecimiento de su negocio basado en plantas medicinales.

T: MF

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Riesgos ambientales presionan a agricultores cubanos

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El agricultor Joel Fernández recolecta zanahorias cultivadas en su finca Soledad III, en Las Caobas, en las inmediaciones de la ciudad de Gibara, en la oriental provincia cubana de Holguín. Por tradición y por necesidad, en esta y otras fincas del área se práctica la agricultura ecológica. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

El agricultor Joel Fernández recolecta zanahorias cultivadas en su finca Soledad III, en Las Caobas, en las inmediaciones de la ciudad de Gibara, en la oriental provincia cubana de Holguín. Por tradición y por necesidad, en esta y otras fincas del área se práctica la agricultura ecológica. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

Por Ivet González
LAS CAOBAS, Cuba, Aug 7 2019 (IPS)

El viento que sopla desde la costa se cuela por las puertas y ventanas abiertas de las humildes casas del barrio rural de Las Caobas, en el este de Cuba, donde sus habitantes dependen de una agricultura en condiciones climáticas adversas.

Como banderolas, las cortinas a flores se agitan dentro de algunas viviendas, la mayoría de madera o ladrillos al descubierto con techos ligeros. Una chica transporta hierba en un carro a caballo y se tapa los ojos por la nube de polvo que provoca el paso de un automóvil por el único camino, sin pavimentar, del lugar, donde el Estado anunció la construcción de una carretera que no termina de llegar.

En esta comunidad del municipio de Gibara, de 71.000 habitantes, vive Maité Sarmiento, que guarda en el cobertizo botellas con jalea de mango. “En 2007, aprendí a hacer conservas y hoy abastecemos el hogar y vendemos en la ciudad”, explicó a IPS en la finca familiar Soledad III, de 3,3 hectáreas.

“Este año no se pudo hacer puré (pulpa en conserva) porque el tomate salió malo por las plagas”, lamentó Joel Fernández, que el esposo de Sarmiento y dueño de la finca asociada a la Cooperativa de Créditos y Servicio Abel Santamaría, que suma 514 hectáreas entre sus 137 integrantes, de las cuales apenas 160 son cultivables.

Con su familia arraigada en el lugar y productor desde los 17 años, Fernández describió que este “es un lugar seco, el agua disponible para riego no es buena de acuerdo con los análisis realizados, aplicamos hasta 60 por ciento de materia orgánica por encima de la media del país y las plagas han aumentado y son más agresivas”.

El cambio climático resulta cada vez más un riesgo evidente para el sector productivo de este país insular caribeño, en especial las pequeñas fincas establecidas en lugares vulnerables como Las Caobas.

Aquí, las familias campesinas tienen la tradición, en parte por necesidad, de producir ecológicamente, con prácticas como mejorar los pedregosos suelos con toneladas de estiércol y acopiar agua en cavernas subterráneas naturales.

“Antes sembrábamos maíz y había que fumigar, si acaso, una vez”, ejemplificó Fernández. “Ahora hay que fumigar tres o cuatro veces. Usamos productos ecológicos para las plagas, pero en otras ocasiones hay que recurrir a químicos, que están escasos y caros”, describió sobre la finca que cosecha pequeños volúmenes de vegetales y frutas.

Maité Sarmiento muestra las conservas que elaboras a partir de mangos cultivados en la finca familiar Soledad III, en el barrio rural Las Caobas, en las inmediaciones de la ciudad de Gibara, en el este de Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

Maité Sarmiento muestra las conservas que elaboras a partir de mangos cultivados en la finca familiar Soledad III, en el barrio rural Las Caobas, en las inmediaciones de la ciudad de Gibara, en el este de Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

Pese a todos los esfuerzos, reconoció que  “en los últimos cinco años hemos perdido varias producciones, ha sido un desastre”.

“Gracias al Proyecto de Innovación Agropecuaria Local (PIAL) aprendimos a probar y comparar, buscar nuevas semillas y diversificarnos”, explicó Fernández.

El agricultor se refiere a una iniciativa que comenzó en 2000, gracias al esfuerzo conjunto de entidades cubanas con la cooperación internacional, sobre todo de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación, que hoy llega a 75 de los 168 municipios cubanos con propuestas de innovación y empoderamiento de jóvenes y mujeres.

“Muchos productores están conscientes de que es real la situación del cambio climático”, compartió la agrónoma Miriam Rojas, sentada en la sala del hogar de la familia de Fernández y Sarmiento. Ella brinda asistencia científico-técnica a las 79 entidades productivas de Gibara, de las cuales siete cooperativas integran el PIAL.

“Pero resulta más lento el proceso de conversión y concientización de los productores, que el impacto del cambio climático”, valoró la especialista en extensión agraria, que ayuda a aplicar los conocimientos técnicos a los productores.  “Debemos desarrollar una labor más fuerte”, propuso.

En medio de su maizal, con sus plantas mecidas por el viento que llega del mar, el campesino Alexis Bauta presidente de la cooperativa Abel Santamaría, en las inmediaciones de la ciudad de Gibara, en el este de Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

En medio de su maizal, con las plantas mecidas por el viento que llega del mar, el campesino Alexis Bauta, presidente de la cooperativa Abel Santamaría, en las inmediaciones de la ciudad de Gibara, en el este de Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

Investigaciones cubanas señalan que las variabilidades del clima como las cada vez más frecuentes y severas sequías y el aumento de la temperatura mínima del aire y del nivel del mar, presionan al sector productivo.

El estudio “Propuesta de medidas de adaptación al Cambio Climático en el sector agropecuario local en Cuba”, publicado en 2017 en la revista Ingeniería Agrícola, identifica nueve medidas como reforestación, conservación de suelos, modernizar las tecnologías de riego, cultivares más tolerantes y enfrentar las plagas con bioproductos.

“El tema ambiental juega un papel importante”, sostuvo el ingeniero en mecanización agropecuaria Norge Díaz, que coordina el PIAL en la provincia de Holguín, donde se sitúa Gibara. “A los productores hay que hablarles de diversidad, porque si falla algo, se continúa con otro cultivo y la economía de la casa no decae”, apuntó.

Justamente, el PIAL es pionero en organizar las llamadas Ferias de la Diversidad, donde las y los productores se reúnen para intercambiar semillas, experiencias y otras mercancías más elaboradas como los alimentos en conservas y artesanías, de modo que la familia campesina tenga ingresos sostenibles.

“Tenemos varias experiencias en adaptabilidad al cambio climático, manejo integrado de cultivos  y el trabajo con las fincas agroecológicas, entre otras”, continuó Díaz, sobre el proyecto que en Holguín llega a 25 cooperativas de siete municipios. “Y estamos haciendo sinergia con las acciones de la Tarea Vida”, amplió.

Tarea Vida es el nombre más conocido del primer plan del Estado cubano para afrontar el cambio climático, que fue aprobado por el gobierno en 2017 y establece medidas a corto, mediano y largo plazo, con especial énfasis en las zonas costeras del archipiélago.

Un hombre conduce una carreta tirada por caballo por el camino sin pavimentar que une las pequeñas parcelas agrícolas de Las Caobas, en las inmediaciones de la ciudad de Gibara, en la oriental provincia de Holguín, en Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

Un hombre conduce una carreta tirada por caballo por el camino sin pavimentar que une las pequeñas parcelas agrícolas de Las Caobas, en las inmediaciones de la ciudad de Gibara, en la oriental provincia de Holguín, en Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

Semillas de cebollín (Allium schoenoprasum) se secan al sol sobre los techos de la vivienda y otras precarias instalaciones de la finca El Mirador, también en Las Caobas, donde los sembradíos reverdecen a pesar de la sequía gracias a la dedicación y experiencia del productor Alexis Bauta, que junto a sus dos hermanos trabaja una parcela de 8,5 hectáreas de tierra.

“Los campesinos tenemos que buscarle alternativas a esta situación de la sequía, y el cambio climático en general, con cultivos que sean de ciclo corto, aplicar mucha materia orgánica para no erosionar el suelo, poner barreras vivas y muertas para minimizar los daños al suelo”, propuso el campesino, que preside la cooperativa Abel Santamaría.

Con una fuerte brisa proveniente del mar donde termina la finca, Bauta detalló a IPS que apuestan por el plátano (banano para cocinar) para sembrar “por ser más resistente a la sequía, pero no a gran escala”, junto a yuca, boniato (batata), frijol, pepino y ajíes, que en conjunto suman en el año hasta 12 toneladas de cosecha.

“Las autoridades deben apoyar más al campesino, con recursos y capacitación, ya que cada año es más difícil lograr las cosechas”, agregó Bauta, que identifica otras limitantes como la ausencia o pésimo estado de las carreteras y acceso a medios de transporte.

Economistas consultados por IPS señalan que el sector agropecuario cubano debe considerar cada vez más los riesgos ambientales en su planificación, sobre todo los pequeños productores. Junto a las medidas de adaptación, recomiendan mejorar otros mecanismos existentes como el aseguramiento de ganado y cosechas.

Las cooperativas gestionan 67 por ciento de las tierras cultivables en Cuba y logran  80 por ciento de la producción de leche, tubérculos, hortalizas, maíz, frijol y frutales, en un país donde todavía se importa cada año hasta 70 por ciento de los alimentos para la población de 11,2 millones de habitantes.

Edición: Estrella Gutiérrez

El artículo Riesgos ambientales presionan a agricultores cubanos fue publicado originalmente en IPS Agencia de Noticias.

En el sur de Brasil la necesidad se hace virtud ambiental

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Airton Kunz, jefe de Investigaciones de Embrapa Cerdos y Aves, explica a visitantes el Sistema de Tratamiento de Efluentes de la Porcicultura de la Granja São Roque, parte visible detrás suyo, en Videira, en el sureño estado de Santa Catarina, el mayor productor y exportador de carne de cerdo de Brasil. El biogás, la bioelectricidad y el biometano son subproductos surgidos de la necesidad de dar destino ecológico a los excrementos porcinos. Crédito: Mario Osava/IPS

Airton Kunz, jefe de Investigaciones de Embrapa Cerdos y Aves, explica a visitantes el Sistema de Tratamiento de Efluentes de la Porcicultura de la Granja São Roque, parte visible detrás suyo, en Videira, en el sureño estado de Santa Catarina, el mayor productor y exportador de carne de cerdo de Brasil. El biogás, la bioelectricidad y el biometano son subproductos surgidos de la necesidad de dar destino ecológico a los excrementos porcinos. Crédito: Mario Osava/IPS

Por Mario Osava
CHAPECÓ/CONCORDIA, Brasil, Sep 12 2019 (IPS)

El estado de Santa Catarina, en el sur de Brasil, es el mayor productor y exportador nacional de carne porcina y en este año encabeza también las exportaciones de carne de pollo, en cuya producción ocupa el segundo lugar.

El éxito económico y productivo, como suele ocurrir, trajo graves impactos ambientales, con los excrementos contaminando aguas y suelos. Al inicio se instalaban las pocilgas en la ribera de los ríos, para deshacerse de los desechos sin esfuerzo, recuerdan los viejos porcicultores.

Luego el incremento de la actividad exigió rígidas medidas sanitarias y ambientales, como depósitos del estiércol, ante la prohibición de verterlos a los ríos. Pero incluso confinados en estercoleros, los excrementos siguen emitiendo gases del efecto invernadero.

La producción de biogás apareció entonces como una alternativa, pero que no soluciona totalmente el problema, señaló Rodrigo Nicoloso, agrónomo e investigador de la Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria (Embrapa) Cerdos y Aves, que tiene sede en Concordia, un municipio de 74.000 habitantes y campeón nacional de la porcicultura.

Embrapa es un ente estatal vinculado al Ministerio de Agricultura, compuesto de 43 centros especializados que impulsaron el conocimiento y el desarrollo agrícola de Brasil desde su fundación en 1973.

“La producción del biogás solo requiere el carbono del material orgánico”, por eso la biodigestión deja un gran volumen de residuo, el llamado digestato, explicó Nicolaso a IPS, sobre este subproducto semilíquido, rico en materia orgánica y mineral pero difícil de gestionar.

Ese residuo, ya sin el mal olor original, es un biofertilizante que contiene los nutrientes más usados en la agricultura: fósforo, nitrógeno y potasio. Pero en general los porcicultores y avicultores no disponen de tierras suficientes para absorber tanto abono.

El oeste de Santa Catarina es montañoso, poblado de pequeños productores agrícolas y pecuarios, y muchos granjeros ni siquiera disponen de tierra donde aprovechar el subproducto de los biodigestores, destacó el investigador.

Venderlo no es viable por el costo de transportar el biofertilizante al tratarse de lodo, como mucho líquido, acotó.

Un camión, parte de la flota de vehículos que usa biogás y biometano como combustible en Chapecó, la capital occidental del estado de Santa Catarina, en el sur de Brasil, con importantes granjas y frigoríficos de cerdos y aves. La agroindustria cárnica impulsó la prosperidad de la región, que podrá beneficiarse más aún con subproductos energéticos de la porcicultura y avicultura. Crédito: Mario Osava/IPS

Un camión, parte de la flota de vehículos que usa biogás y biometano como combustible en Chapecó, la capital occidental del estado de Santa Catarina, en el sur de Brasil, con importantes granjas y frigoríficos de cerdos y aves. La agroindustria cárnica impulsó la prosperidad de la región, que podrá beneficiarse más aún con subproductos energéticos de la porcicultura y avicultura. Crédito: Mario Osava/IPS

En las grandes haciendas, numerosas en el centro-oeste brasileño, esa dificultad desaparece porque en general el abono derivado de la biodigestión se usa directamente en las siembras de la misma propiedad.

Pero en Santa Catarina el destino del residuo se hace cada día más difícil porque su exceso crece en la medida que se concentra la porcicultura en granjas mayores y, en consecuencia, también la producción de biogás.

Hay actualmente cerca de 5.500 criaderos de cerdos en Santa Catarina, la mitad de lo que había hace unos 15 años, solo 2,2 por ciento con biodigestores, según el relevamiento presentado por Nicoloso. Actualmente hay 135 granjas con más de 5.000 cerdos, frente a las 50 de antes.

El Grupo Master, con siete granjas y 1.000 empleados es un ejemplo de gran empresa de porcicultura. Posee además una fábrica de alimentos animales, un matadero y plantas para producir desde embriones de cerdos hasta el producto final.

Su Granja São Roque, en Videira, un municipio de 53.000 habitantes, tiene 10.000 cerdos e hizo posible el proyecto de biogás y la generación eléctrica en términos compensadores, informó a IPS su gerente local, Moisés Schlosser.

 

Grupo de ponentes, investigadores, empresarios y profesores universitarios, que participaron en el Foro del Sur Brasileño de Biogás y Biometano. Desafíos y potencialidades del sector fueron temas del encuentro de tres días en Chapecó, principal ciudad del oeste de Santa Catarina, donde la porcicultura y la industria cárnica dominan su economía. Crédito: Mario Osava/IPS

Grupo de ponentes, investigadores, empresarios y profesores universitarios, que participaron en el Foro del Sur Brasileño de Biogás y Biometano. Desafíos y potencialidades del sector fueron temas del encuentro de tres días en Chapecó, principal ciudad del oeste de Santa Catarina, donde la porcicultura y la industria cárnica dominan su economía. Crédito: Mario Osava/IPS

Alli Embrapa Cerdos y Aves orienta el Sistema de Tratamiento de Efluentes de la Porcicultura, que sirve a la granja y al mismo tiempo al desarrollo de técnicas para todo el sector.

Una experiencia novedosa es que aprovechará en la biodigestión los cuerpos de los cerdos muertos en forma natural durante la cría, en lugar de incinerarlos o sepultarlos. Serán triturados y sumados a los excrementos solidificados en un biodigestor especial, adecuado para procesar residuos más gruesos. Aumenta la producción de biogás y evita riesgos sanitarios.

“La salud animal es el mayor patrimonio de la ganadería. Pero puede también ser una guillotina, llevar al cierre de una granja o un frigorífico”, arguyó a IPS el jefe de Investigación de Embrapa Cerdos y Aves, Airton Kunz.

Insertar el biogás en la cadena productiva, que comprende desde el criadero al frigorífico, la energía, la industria de equipos, la logística y servicios como la asistencia técnica, es necesario para evitar los errores acumulados en el pasado.

Muchos productores aún padecen el escarmiento de los biodigestores donados por empresas agroindustriales interesadas en obtener los créditos del Mecanismo de Desarrollo Limpio, orientado a reducir la emisión de gases de efecto invernadero y creado con fondos de organismos climáticos multilaterales.

Un Micropuesto, como se llama la minicentral de refinación de biogás para el abastecimiento de vehículos con el biometano. Fue diseñado para granjas y haciendas porcinas y avícolas, que pueden convertirse en autónomas en materia de combustible, produciendo el biogás para su flota y para otras necesidades energéticas. Crédito: Mario Osava/IPS

Un Micropuesto, como se llama la minicentral de refinación de biogás para el abastecimiento de vehículos con el biometano. Fue diseñado para granjas y haciendas porcinas y avícolas, que pueden convertirse en autónomas en materia de combustible, produciendo el biogás para su flota y para otras necesidades energéticas. Crédito: Mario Osava/IPS

Los agricultores no podían manejar el equipo ni beneficiarse. “Veían quemar el biogás, mientras tenían que usar leña en sus fogones”, recordó Paulo Oliveira, otro investigador de Embrapa.

Hoy ya se acumuló mucho conocimiento, “participan universidades, otros centros de investigación, asociaciones, una cultura de innovaciones y cooperación” para orientar los proyectos, sostuvo Kunz.

Pero cada planta es un nuevo desafío, tiene sus singularidades y riesgos, acotó. Sus insumos son biológicos y variables.

De todas formas, el biogás empieza a destacarse como nuevo producto agrícola, especialmente para generación de electricidad, además del uso tradicional como fuente de energía térmica en la cocina y en la industria, en el oeste de Santa Catarina, donde se concentró la porcicultura.

Entre 2015 y 2018 Brasil registró un aumento espectacular de plantas operativas de biogás, de 127 a 276, casi mitad en el sur de Brasil. La producción subió 130 por ciento, de 1,3 millones de metros cúbicos diarios a 3,1 millones, destinados a la generación de energía eléctrica, térmica o mecánica.

Varias iniciativas ya producen también el biometano, el biogás purificado, que sustituye el gas natural y derivados petróleos, como combustible de camiones y otros vehículos.

Las potencialidades y desafíos de esos productos fueron temas del Foro del Sur Brasileño de Biogás y Biometano, que reunió cerca de 250 participantes en Chapecó, ciudad de 220.000 habitantes y capital del oeste catarinense, del 4 al 6 de septiembre.

Una posibilidad para viabilizar el comercio del digestato es sacarle la parte liquida y enriquecerlo con elementos químicos, para convertirlo en fertilizante organomineral, apuntó Vinicius Benites, jefe de Investigaciones de Embrapa Suelos, que tiene sede en Río de Janeiro.

Así se haría más fácil de transportar y podría obtener mejores precios por agregar otros nutrientes a la fórmula usual de nitrógeno, fósforo y potasio (NPK), acotó. Ese abono enriquecido proporciona mayor productividad, se comprobó, según dijo Benites a IPS.

Compostaje y secamiento, reduciendo el volumen al extraer agua, también abaratan la logística para viabilizar el comercio, añadió Nicoloso.

El especialista estima que es indispensable una escala de producción, 5.000 cerdos por lo menos, para arriesgarse en la generación eléctrica.

Falta desarrollar tecnologías y soluciones para incorporar los pequeños criadores a la economía del biogás, desafió Clovis Reichert, coordinador del Foro.

Pero el consenso es que las potencialidades del biogás, sea de la ganadería, residuos agrícolas, basura y saneamiento urbano, son inmensas.

La producción de hidrogeno es parte de su futuro, ya en investigación en otros países, aseguró Suelen Paesi, profesora de la Universidad de Caxias do Sul, una ciudad del vecino estado de Rio Grande do Sul, que compone con Santa Catarina y Paraná la región meridional de Brasil, donde más avanza el biogás ganadero.

Edición: Estrella Gutiérrez

El artículo En el sur de Brasil la necesidad se hace virtud ambiental fue publicado originalmente en IPS Agencia de Noticias.

¿La inteligencia artificial es la solución para la crisis alimentaria?

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Campesinos atienden un cultivo en India. Crédito: Cortesía de Food Tank

Campesinos atienden un cultivo en India. Crédito: Cortesía de Food Tank

Por Thalif Deen
NACIONES UNIDAS, Nov 18 2019 (IPS)

El mundo afronta una realidad sombría: más de 820 millones de personas no tienen suficientes alimentos para nutrirse, mientras cada día se desperdicia más comida en el mundo.

“Es inaceptable que el hambre esté aumentando en un momento en que el mundo desperdicia más de 1 000 millones de toneladas de alimentos cada año», denunció en octubre António Guterres, secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que aun así mantiene el objetivo de erradicar ese flagelo para 2030.

¿Es ese un objetivo realista? ¿Y puede la Inteligencia Artificial (IA), promovida como la nueva panacea para algunos de los males del mundo, facilitar el aumento de los cultivos agrícolas y la producción de alimentos?

En un artículo del New York Times titulado «Cosechando maíz, trigo y ganancias”, Tim Gray señala que cuando la población mundial alcance en 2050 los 10 000 millones, frente a 7 600 millones actuales, la ONU estima que se requerirá 70 por ciento más de alimentos que ahora, con el desafío de producirlos en solo cinco por ciento de la tierra cultivable.

De hecho, la AI ya ha llegado a la agricultura, con productores que ya trabajan con tractores sin conductor, guiados por GPS, o sistemas de riego automatizado, mientras que en un próximo futuro podrían contar también con robots que se ocupen de atender a su ganado.

Sonja Vermeulen, directora de programas de la CGIAR (sigla en inglés del Grupo Consultivo sobre Investigación Agrícola Internacional), aseguró a IPS que la inteligencia artificial va a tener un papel creciente en la agricultura mundial. Eso es “absolutamente así”, remarcó.

“El papel del CGIAR (en este proceso) es crear y ampliar las soluciones asequibles de la IA y ‘big data (macrodatos o datos masivos)’, para que sean relevantes y accesibles a una amplia diversidad de agricultores, independientemente de su género, cultura, riqueza o alfabetización”, aseguro la directiva de esta agrupación de centros de investigación que promueven la  seguridad alimentaria mundial.

Por ejemplo, el CGIAR ganó el premio a la innovación de la ONU por trabajar con grandes datos para predecir mejor las cosechas de arroz a partir de patrones climáticos, de manera que los agricultores puedan establecer los lugares y tiempos de siembra, y ahorrar así mucho dinero.

Danielle Nierenberg, presidenta de Food Tank, un grupo de expertos en alimentos, dijo a IPS,  que la IA, la big data y otras tecnologías tienen un gran potencial para los agricultores de cualquier escala, “pero no son una ‘bala de plata (solución mágica)’ para resolver el problema del hambre».

«La pregunta que debemos hacer con todas las tecnologías es qué problema están tratando de resolver y a quién ayudarán», planteó.

Lamentablemente, dijo, muchas innovaciones de alta tecnología no están ayudando a los agricultores que más lo necesitan: los pequeños y medianos agricultores que son los que producen gran parte de los alimentos que se consumen en el mundo.

Agricultores, parte de la ecuación

A su juicio, los agricultores necesitan participar en el proceso de la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías para que realmente resuelvan los desafíos que enfrentan.

Y debe hacerse hincapié en combinar innovaciones tecnológicas «altas» y «bajas» y asegurar que se respete el conocimiento de los pueblos indígenas y pobladores tradicionales en una agricultura adaptada a las realidades locales, afirmó Nierenberg.

Un artículo titulado «Inteligencia artificial: lo que la IA puede hacer por los pequeños agricultores», en el sitio de Food Tank, dice: «Imagínense hace 100 años si los agricultores tuvieran acceso a grandes volúmenes de información sobre el perfil del suelo de su tierra, las variedades de cultivos que mejor crecían, e incluso las fluctuaciones de su clima local”.

“Este tipo de información podría haber evitado una crisis ambiental como el ‘Dust Bowl (el cuenco de polvo)’, la gran sequía de los años 20 (del siglo pasado) en el Medio Oeste de Estados Unidos. Pero incluso hace 10 años, la idea de que los agricultores pudieran tener acceso a este tipo de información no era realista», añadió.

Para el equipo detrás de la Plataforma CGIAR para Big Data en Agricultura, la producción agrícola es la próxima frontera en el uso de la IA para resolver problemas complejos de manera eficiente.

El equipo, que incluye biólogos, agrónomos, nutricionistas y analistas de políticas que trabajan con expertos de datos, está utilizando herramientas de big data para crear sistemas de inteligencia artificial con capacidad de predecir los posibles resultados de escenarios futuros para los agricultores.

Al aprovechar los macrodatos y utilizar análisis computacionales innovadores, la Plataforma CGIAR está trabajando para ayudar a los agricultores a aumentar su eficiencia y reducir los riesgos en la actividad, explica el artículo.

Ruth Richardson, directora ejecutiva de la Alianza Global para el Futuro de los Alimentos, dijo a IPS que «para abordar el futuro de los alimentos ante la emergencia climática, tenemos que ir más allá de solo mirar la ‘tecnología’ como una solución milagrosa”.

La pregunta, a su juicio, es: «¿debemos ampliar la discusión para abordar una transformación más amplia del sistema alimentario e interrogarnos si la tecnología es el fin o un medio para ese fin?»

Después de todo, dijo, algunos agricultores operan con tecnología avanzada, pero muchos en todo el mundo todavía dependen de labores y herramientas a pequeña escala.

También es importante tener en cuenta que la tecnología y la innovación, en términos más generales, son herramientas importantes para lograr sistemas alimentarios sostenibles, pero la tecnología en sí misma, especialmente el acceso a ella, es todo menos neutral.

En ese sentido, Richardson señaló que uno de los mayores desafíos con la tecnología se relaciona con la gobernanza.

«La concentración de poder y las relaciones de poder altamente desiguales son un problema profundo en el sistema alimentario de hoy en día, por lo que debemos asegurarnos de que la tecnología y su implementación se gestionen de una manera que promueva la equidad y la sostenibilidad ambiental”, subrayó.

Por eso, dijo, “cualquier desarrollo debe evaluarse de manera integral y centrándose en los sus peligros y sus compensaciones”.

La producción no es el problema

Anuradha Mittal, directora ejecutiva del Instituto Oakland,  con sede en la ciudad estadounidense de San Francisco, recordó a IPS que actualmente unos 800 millones de personas sufren hambre y se espera que este número aumente, más allá de las grandilocuentes declaraciones y compromisos de los gobiernos en las cumbres de la ONU.

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030, establecidos en 2015, tienen como el ODS 1 y el ODS 2 el del fin de la pobreza y el hambre cero, para dentro de 10 años, después de haber fracasado objetivos con similares metas en los llamados Objetivos del Milenio, establecidos en el año 2000 para cumplir en 2015.

«Ya producimos suficientes alimentos para alimentar al menos a 10 000 millones de personas (la población actual es de alrededor de 7,6 mil millones). Por lo tanto, es esencial comprender las verdaderas causas del hambre, cuando no hay escasez de alimentos», subrayó Mittal.

Centrarse en el sistema agrícola industrial impulsado por la tecnología como una solución al hambre, ha creado un sistema alimentario que está dislocado y al revés. Negar a los agricultores familiares sus derechos básicos a la tierra, las semillas, los mercados y la soberanía alimentaria ha provocado hambre en los productores de alimentos, argumentó.

Un ejemplo es el de India, principalmente una economía agraria con  60 por ciento de su población dedicada a la agricultura. India es el decimocuarto exportador de productos agrícolas, pesqueros y forestales del mundo y en 2018 acumuló un excedente comercial de 14 600 millones de dólares en bienes agrícolas, pesqueros y forestales.

Sin embargo, los suicidios de los agricultores se multiplican en India, donde vive la mayor cantidad de personas hambrientas del mundo, según el Índice Global del Hambre 2018, que sitúa al país en el puesto 100 entre los 119 clasificados.

El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas, centrado en la tierra, subraya que resulta imprescindible la restructuración del actual sistema alimentario.

La producción industrial de alimentos generó un aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero, en un sector es dominado por el monopolio de unas pocas corporaciones sobre semillas e insumos químicos, para favorecer monocultivos que amenazan, entre otras cosas, la biodiversidad a nivel mundial.

«Esto ha hecho que nuestro sistema agrícola sea un importante impulsor del cambio climático y,  a la vez y en gran medida, vulnerable a sus efectos», planteó Mittal.

Por eso, a su juicio, “en lugar de ver la inteligencia artificial como la próxima solución milagrosa para el hambre, necesitamos un sistema alimentario que respete y proteja la inteligencia de los agricultores familiares, el conocimiento tradicional y los principios agroecológicos de la agricultura».

T: MF

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Encuentro en Cuba revisa desafíos del movimiento agroecológico

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El productor cubano Wilfredo Pérez comparte éxitos de sus experimentos ecológicos con participantes en el VII Encuentro Internacional de Agroecología, Agricultura Sostenible y Cooperativismo, en la finca La Cañada, en la localidad de Arroyo Arenas, en municipio de La Lisa, en la periferia de La Habana. Crédito Jorge Luis Baños/IPS

El productor cubano Wilfredo Pérez comparte éxitos de sus experimentos ecológicos con participantes en el VII Encuentro Internacional de Agroecología, Agricultura Sostenible y Cooperativismo, en la finca La Cañada, en la localidad de Arroyo Arenas, en municipio de La Lisa, en la periferia de La Habana. Crédito Jorge Luis Baños/IPS

Por Ivet González
LA HABANA, Nov 23 2019 (IPS)

En la pequeña parcela La Cañada, en la periferia de la capital de Cuba, participantes del VII Encuentro Internacional de Agroecología, Agricultura Sostenible y Cooperativismo se interesaron por cómo al productor Wilfredo Pérez elabora sus propios fertilizantes ecológicos.

Con detalle, el agrónomo compartió que añade al humus de lombriz líquido un té a base de plátanos, junto a otros manejos que realiza como aplicar materia orgánica de forma focalizada y la labranza mínima, para mantener además sin grandes esfuerzos la parcela de 1,73 hectáreas en el municipio de La Lisa, uno de los 15 que conforman La Habana.

Junto a una mesa con muestras de sus cosechas, este integrante del movimiento agroecológico cubano recibió en su finca a un grupo de los 140 participantes de 26 países, que han participado en los talleres, conferencias y visitas a 40 parcelas de cooperativas de las provincias vecinas de La Habana, Artemisa y Mayabeque, en el occidente cubano.

El encuentro, entre el domingo 17 y este sábado 23, buscó el intercambio y el fortalecimiento de un movimiento internacional que promueve una agricultura sostenible, la biodiversidad, economía solidaria y alimentación sana, en un contexto de emigración a las ciudades y desmotivación de los jóvenes por el trabajo agrícola.

De ahí que sumar a muchas más personas a la agroecología, en especial a los jóvenes, figura entre los retos compartidos por las y los participantes del encuentro, que provienen de países tan disímiles como Estados Unidos, Puerto Rico, Reino Unido, Corea del Sur, Colombia y la nación sede.

La incorporación juvenil y la igualdad de género estuvieron entre los problemas debatidos en el encuentro con sede principal en el Centro Integral Niceto Pérez, en Artemisa, y convocado por la cubana Asociación Nacional de Agricultores Pequeños (Anap), la Coordinadora Latinoamericana de Organización del Campo y Vía Campesina.

Participantes en VII Encuentro Internacional de Agroecología, Agricultura Sostenible y Cooperativismo recorren las áreas cultivadas en el vivero de plantas ornamentales Ecomundo en La Lisa, un municipio de La Habana, en Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

Participantes en VII Encuentro Internacional de Agroecología, Agricultura Sostenible y Cooperativismo recorren las áreas cultivadas en el vivero de plantas ornamentales Ecomundo en La Lisa, un municipio de La Habana, en Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

“Tratamos de promover labores agroecológicas entre los productores, que ellos conozcan todo lo que pueden hacer… no discutimos ni imponemos”, dijo Pérez a IPS, sobre su estrategia para crecer como encargado de la capacitación, en la Cooperativa de Créditos y Servicios Orlando López, de la que es socio.

Un país forzado a la agroecología

Cuba cuenta alrededor de 11 millones de hectáreas de tierras disponibles, de las cuales seis millones se destinan al sector agropecuario y otros 3,5 millones se dedican al desarrollo forestal.
Diferentes especialistas  destacan que  la escasez prolongada de insumos químicos, por el impacto del embargo estadounidense desde 1962 y la persistente depresión de la economía desde comienzos de los años 90, forzó a los agricultores de este país insular caribeño a abrazar la producción ecológica, con soluciones creativas e innovadoras, que ahora atraen a productores, investigadores y activistas del mundo.
Paralelamente, Cuba está  urgida de reducir su elevada dependencia de la importación de alimentos, que cada año implica una erogación de entre 1 800 y 2 000 millones de dólares para cubrir alrededor de 70 por ciento de las necesidades alimentarias de su población de 11,2 millones de habitantes.

Con su terreno sembrado casi todo de árboles, Pérez y su esposa, Idalia María González, producen cada año en La Cañada alrededor de 13 toneladas de frutas y hortalizas, aunque también cosechan granos, café y otros alimentos para el consumo familiar. “Es algo que nos da placer hacerlo y nos reporta para la economía de la casa”, dijo González.

“Las familias del barrio vienen a comprar directo en la finca: vendemos barato productos frescos”, explicó la productora. “A la fruta bomba (papaya), por ejemplo, suelen echarle maduradores químicos y aquí las vendemos naturales. Casi siempre la compran para niños, personas enfermas y ancianos”, explicó.

Aunque Cuba carece de estudios sobre consumo de alimentos, especialistas y productores señalan que cada vez más personas son conscientes de la importancia de una alimentación sana, en un panorama con limitantes en el acceso a los alimentos y sin un sistema de certificación ni precios diferenciados para los productos ecológicos.

“Es un proceso lento y sin una meta numérica… se debe lograr la concientización del productor para que sea sostenible”, explicó la agrónoma Doreydis Castro-Quirós, que coordina en La Habana el movimiento agroecológico de campesino a campesino de la Anap. De forma general, consideró que crece la transición en el campo cubano.

Castro-Quirós puso como ejemplo que, de los 5 127 productores asociados a la Anap en la capital, 51 tiene fincas agroecológicas en su totalidad, 1 700 se iniciaron en estas prácticas y más de 700 transitan hacia un modelo sostenible, lo que acerca a casi 50 por ciento las parcelas con algún tipo de manejo ecológico.

Fuentes de la Anap indicaron a la prensa local que en 2018 las 145 000 fincas identificadas en las diferentes fases de transición agroecológica representan 65 por ciento del total en el país, que cuenta con un movimiento de 30 años casi por necesidad debido a la escasez de insumos provocada por la crisis económica iniciada en 1991.

La agricultora Idalia María González observa sus cultivos ecológicos en la finca La Cañada, uno de los sitios visitados por los participantes al VII Encuentro Internacional de Agroecología, Agricultura Sostenible y Cooperativismo, en Arroyo Arenas, en la periferia de la capital de Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

La agricultora Idalia María González observa sus cultivos ecológicos en la finca La Cañada, uno de los sitios visitados por los participantes al VII Encuentro Internacional de Agroecología, Agricultura Sostenible y Cooperativismo, en Arroyo Arenas, en la periferia de la capital de Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

“Tenemos una edad promedio alta entre la base campesina y muchos tienen una mentalidad relacionada con la agricultura convencional”, continuó. Por ello, “vamos incorporando a los jóvenes y los niños, a través de círculos de interés, y les enseñamos cómo mejorar los suelos, las producciones y la alimentación sana, entre otros.

Un estudio publicado en 2017 por la Red Políticas Públicas y Desarrollo Rural en América Latina, apoyado por la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), mostró el crecimiento en la promoción de la agroecología en ocho países: Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, Cuba, El Salvador, México y Nicaragua.

Y pautó varios desafíos como estar más visible en las estadísticas sobre el agro, mejorar el vínculo con el llamado agronegocio, necesidad de estudios más territoriales y elevar la formación y sensibilización de nuevas generaciones que logren dejar atrás la agricultura basada en la explotación insostenible de los recursos naturales.

“Cada día el movimiento toma más fuerza en Colombia, aunque se convive con la agricultura convencional: los pequeños agricultores se acogen paulatinamente a la agroecología”, compartió Ángela María Londoño, que es docente en la Universidad Nacional de Colombia.

“El campo, como es a nivel internacional, se está quedando sin remplazo por eso tratamos con proyectos de apoyar a la juventud rural, que tenga emprendimientos agroecológicos y de agroturismo”, indicó Londoño. “Están migrando muchos jóvenes por razones de educación, laborales y de acceso a servicios”, lamentó.

Gonzalo Lebrén muestra algunos frutas cultivados en forma orgánica en la finca Gonzalo, de la Cooperativa de Crédito y Servicios Amistad con Los Pueblos, en el municipio de Marianao, uno de los que conforman La Habana, la capital de Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

Gonzalo Lebrén muestra algunos frutas cultivados en forma orgánica en la finca Gonzalo, de la Cooperativa de Crédito y Servicios Amistad con Los Pueblos, en el municipio de Marianao, uno de los que conforman La Habana, la capital de Cuba. Crédito: Jorge Luis Baños/IPS

Con sus diferencias, el movimiento agroecológico de más de 25 años en el estado libre asociado de Puerto Rico comparte muchos de los desafíos de la región.

“Ahora es bien bajo el por ciento de las fincas ecológicas, pero muchos jóvenes se han dado el reto de producir alimentos sanos y en el mismo país, donde se importa mucho”, indicó el agricultor Derick Campos, que tiene una pequeña parcela en el centro del país, la cual quedó destrozada tras el paso del huracán María en 2017.

“Hay un alza de jóvenes, que tienen las ganas y el empuje pero muchos fracasan porque no tienen las herramientas y enfrentan muchas limitaciones”, describió, sobre obstáculos como la ausencia de una política pública, limitaciones en el acceso a la tierra, falta de redes de apoyo y mercados agroecológicos más organizados.

Participantes del encuentro visitaron también el vivero Ecomundo, que integra la cooperativa Orlando López, donde los recibió el joven estudiante universitario Manuel Ernesto García, que es uno de los 12 trabajadores que mantienen las 4 .000 plantas de 150 variedades disponibles en un terreno de una hectárea bajo manejos ecológicos.

“Básicamente producimos las plantas y hacemos la ambientación de hoteles y cabarets, sobre todo mantenemos los jardines”, contó García. En busca de agregar valor y diversificar la oferta del vivero, el joven experimenta con la cría de carpas y plantas acuáticas para estanques decorativos. “A muchos clientes les interesa”, sostuvo.

Edición: Estrella Gutiérrez

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Cómo imitar la lluvia a un dólar con cincuenta

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Pedro Polo muestra un aspersor de lluvia en una de las capacitaciones. Foto: Gonzalo Vega/WFP

Por Estrella Gutiérrez
LA PAZ, Mar 10 2020 (IPS)

Todavía no tiene un nombre para su invención, pero muchos le llaman “el aspersor de lluvia”. A simple vista es un marcador con alambres y ligas alrededor. Si lo vieras, no podrías imaginar qué es, pero la herramienta que construyó el boliviano Pedro Polo puede irrigar de una manera similar a la de la lluvia. De ahí el nombre.

Bolivia es considerada uno de los países más vulnerables a los efectos del cambio climático en América del Sur. En 2014, el segundo lago más grande del país, el Poopó, se secó. Además, según los pobladores de zonas rurales, el agua cada vez llega en menor caudal.

 La necesidad es madre del ingenio

La vulnerabilidad de su país y la precaria situación de los pobladores con los que trabaja Pedro lo motivaron a buscar soluciones sostenibles y económicas. No obstante, al principio los productores pensaban que era difícil construir este accesorio porque la capacitación para aprender a elaborarlo tomaba hasta una mañana entera.

Sin embargo, cuenta Pedro que “una vez que explicas el paso a paso se dan cuenta de que es un proceso sencillo. Son los jóvenes los que logran construir uno a la primera, en 10 minutos y luego van a ayudar a los mayores que tienen un poco más de dificultad”.

El ahorro de tiempo es sustancial. Una vez que los participantes de las capacitaciones aprenden las técnicas y desarrollan la destreza, pueden armar cientos de aspersores. En términos económicos el invento de Pedro es tres veces más barato que aspersores artesanales sin reciclaje.

El costo de un aspersor es de un dólar con 50 centavos.

Con 10 aspersores de lluvia es posible regar hasta 500 metros cuadrados.

Los productores, motivados con esta iniciativa, han decidido reciclar los materiales de las escuelas. Claro, como los profesores piden a cada niño al menos dos de estos marcadores al año, las familias han acordado recolectar y hacer más aspersores, comenta Pedro.

Pedro Polo es técnico del Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (WFP, en inglés) en Bolivia. Fue parte del proyecto de resiliencia, en donde participaron 1640 familias en seis municipios de Tarija y Chuquisaca.

El proyecto apoyó a agricultores de subsistencia en la identificación de necesidades referidas a la producción de alimentos e impulsó la generación de excedentes para su comercialización en mercados locales.

Como incentivo por el trabajo realizado para la mejora de sus activos productivos, las familias fueron beneficiadas con transferencias en efectivo con las que pudieron cubrir diversas necesidades.

Este artículo fue publicado originalmente por el Programa Mundial de Alimentos.

RV: EG

El artículo Cómo imitar la lluvia a un dólar con cincuenta fue publicado originalmente en IPS Agencia de Noticias.

América Latina tiene alimentos para resistir la pandemia

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Los mercados de América Latina y el Caribe cuentan con alimentos suficientes para asegurar el abastecimiento durante la actual crisis generada por la covid-19, por lo que no hay razones para especular con los precios, declararon los ministros de las áreas de agricultura y alimentación de 25 gobiernos de la región

Comités de emergencia pueden reunir a los sectores público y privado para vigilar el abastecimiento de alimentos en la región, que cuenta con inventarios suficientes durante la actual crisis generada por la covid-19, por lo que no hay razones para especulación con los precios, según ministros de 25 gobiernos. Foto: FAO

Por Corresponsal de IPS
SANTIAGO, Apr 6 2020 (IPS)

Los mercados de América Latina y el Caribe cuentan con alimentos suficientes para asegurar el abastecimiento durante la actual crisis generada por la covid-19, declararon los ministros de las áreas de agricultura y alimentación de 25 gobiernos de la región.

Sin embargo, si la pandemia se extiende en el tiempo, las cadenas de abastecimiento de alimentos estarán sometidas a mayor presión, según la declaración ministerial divulgada este lunes 6 por la oficina regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), con sede en Santiago de Chile.

Según la declaración, las cosechas en los principales países productores han sido buenas y los inventarios globales de los principales alimentos están en buen nivel.

En el sector laboran 18 millones de agricultores, pescadores, ganaderos y acuicultores, y millones más en la agroindustria, el transporte, las empresas importadoras y exportadoras, y los mercados mayoristas y minoristas.

La primera medida que los ministros acordaron impulsar fue la de proveer asistencia técnica y financiera a los pequeños y medianos productores agrícolas, pesqueros, acuícolas, ganaderos, y pequeños y medianos agroindustriales, para sostener e incluso aumentar su producción en los próximos meses.

Luego, asegurar el funcionamiento regular de los mercados mayoristas locales, regionales y nacionales, sosteniendo su liquidez, el acceso a ellos de los productos y de los trabajadores, e impedir pérdidas y desperdicio de alimentos.

Abogaron por que se establezcan comités de emergencia de los sistemas alimentarios, como mecanismos ágiles que reúnan a sectores públicos y privados, para facilitar la vigilancia constante del abastecimiento, la situación de los mercados y que pueda coordinar respuestas adecuadas en tiempo real.

También propusieron fomentar el uso de plataformas y aplicaciones de comercio electrónico de alimentos, reduciendo el impacto del distanciamiento social y para favorecer cadenas con un menor número de intermediarios entre productores, comercios pequeños y medianos, y consumidores.

El caso de las cadenas logísticas que incluyan a dos o más países, se sugieren medidas de vigilancia para resolver rápidamente cualquier “cuello de botella”.

Como la oferta se ha mantenido estable en el mundo y en la región, los ministros sostuvieron que “no existen razones que justifiquen aumentos importantes en los precios internacionales de los alimentos”, y pidieron que se impida la especulación en la actual emergencia.

Los 500 parlamentarios de la región agrupados en el Frente Parlamentario contra el Hambre habían advertido el 1 de abril que “no hay razones para aumentos en los precios de los alimentos, fuera de los normales por los ciclos estacionales en cada país”.

También pidieron poner énfasis en proteger la agricultura familiar y ofrecer alternativas a los pequeños productores para el suministro de alimentos, así como mayor acercamiento de los gobiernos con científicos y universidades.

Los parlamentarios recordaron que, ya antes de la actual pandemia, más de 42 millones de latinoamericanos y caribeños, en una población de 620 millones, no cuentan con los nutrientes necesarios para llevar una vida sana y activa.

Los países cuyos ministerios suscribieron el acuerdo auspiciado por la FAO fueron, en América Latina, Bolivia, Brasil, Chile, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.

De la subregión Caribe firmaron Antigua y Barbuda, Bahamas, Barbados, Belice, Dominica, Granada, Jamaica, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, y Suriname.

A-E/HM

El artículo América Latina tiene alimentos para resistir la pandemia fue publicado originalmente en IPS Agencia de Noticias.

Langostas del desierto amenazan empleo y subsistencia en África Oriental

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Vista del cielo tapada por la plaga de langostas del desierto en Kenia. Foto: FAO

Vista del cielo tapada por la plaga de langostas del desierto en Kenia. Foto: FAO

Por Dominic Kirui
NAIROBI, Apr 20 2020 (IPS)

Una noche de febrero, Samuel Mwangi vio cómo una nube de langostas del desierto llegaba y se asentaba en los árboles cerca de su granja, situada en la aldea de Kariara, condado de Tharaka Nithi, en el este de Kenia.

A la mañana siguiente empezaron a destruir las cosechas de sus siete acres de tierra (menos de tres hectáreas), mientras observaba con impotencia desde lejos, desesperado tras varios intentos fallidos de alejar a las langostas.

“En mi granja arrasaron con el maíz, el café y las alubias (frijoles). No había visto nunca nada igual”, cuenta este hombre de 61 años, padre de ocho hijos, a Equal Times.

Como consecuencia de las temperaturas inusualmente altas y las fuertes lluvias provocadas por el cambio climático, la mayor plaga de langostas gigantes que se ha visto en casi 75 años está destruyendo las cosechas en África Oriental, Asia Central y Oriente Medio.

Eso supone un riesgo para 20 millones de personas, “cuya seguridad alimentaria y medios de subsistencia podrían enfrentarse a una amenaza sin precedentes al principio de la próxima temporada agrícola”, según indica Locust Watch, el centro informativo en línea de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Mwangi es granjero a tiempo completo en Kenia, un país que se ha visto particularmente afectado. Su vida, y la de toda su familia, depende completamente de sus cosechas, la fuente de alimentos e ingresos para cubrir las necesidades del hogar y las tasas de escolaridad de sus hijos. Además, emplea a varios jornaleros para que trabajen en su granja.

“Dependiendo del cultivo, a veces empleo a cinco o seis personas para que me ayuden a recolectar los frutos del cafeto y contrato a otros en temporadas alternas para que planten, desmalecen y recojan el maíz y las alubias”, dice Mwangi.

Sin embargo, las langostas del desierto continúan destruyendo las cosechas y cada vez más vidas y trabajos del sector agrícola penden de un hilo.

Desde que nubes de langostas de Yemen invadieron Etiopía y Somalia en junio de 2019, “la peste migratoria más destructiva del mundo” se ha extendido por Eritrea, Yibuti, Kenia, Sudán del Sur, Sudán y Uganda, llegando incluso a la República Democrática del Congo.

Según la FAO, una única plaga de 40 millones de langostas que cubre un kilómetro cuadrado puede comer la misma cantidad de alimentos en un día que 35 000 personas.

Sin embargo, ahora que la atención del mundo está centrada en la lucha contra la pandemia del coronavirus, la FAO advierte que es posible que lo peor de la invasión de langostas todavía esté por llegar. A medida que las langostas del desierto maduras migran a través de diferentes países, ponen huevos, algunos de los cuales empiezan a eclosionar ahora.

Aunque estas ninfas sin alas no pueden volar, son capaces de destruir pastos y más adelante se convierten en adultos con alas que crean nuevos enjambres.

“Lo que nos preocupa ahora es la segunda generación de langostas”, dice Hamisi Williams, representante auxiliar de la FAO para Kenia.

“Para cuando eclosionen los huevos, el número inicial de langostas se habrá multiplicado por veinte y se prevé que este momento coincida con las fases iniciales de la temporada de siembra [en marzo y abril]. Las langostas tienen un apetito voraz y nos preocupa que acaben con los cultivos que hayan germinado”, añade.

“Va a haber una crisis”

El secretario general adjunto del Sindicato de trabajadores agrícolas y de plantaciones de Kenia, Meshack Khisa, dice que el Gobierno keniano está gestionando mal la crisis generada por las langostas del desierto, ya que no ha actuado con suficiente rapidez para contener la propagación de la plaga mediante la fumigación de las langostas cuando aún no son capaces de volar (y por lo tanto son más fáciles de erradicar).

Teme que los millones de kenianos que dependen de las cosechas para poder comer se verán en la ruina si las langostas destruyen sus granjas.

“La economía de Kenia depende en gran medida de la agricultura, que constituye la principal fuente de ingresos, seguida de la industria manufacturera. Puede imaginarse lo que ocurrirá si las langostas invaden una plantación enorme de té, café u otro tipo de cultivo. Será una catástrofe, ya que el sector emplea a muchas personas. Estas personas se quedarán sin trabajo y, cuando hay un número elevado de desempleados, las probabilidades de que la economía colapse y escasee la comida son muy altas”, advierte Khisa.

Por otra parte, la contención y el control de la plaga suponen un reto para muchos países de la región, que no disponen de los fondos ni recursos necesarios.

El Fondo Central de las Naciones Unidas para la Acción en Casos de Emergencia (CERF) aprobó a mediados de marzo un préstamo de 10 millones de dólares para ayudar a la FAO a evitar que la plaga de langostas provoque un desastre humanitario, lo que eleva los fondos prometidos a la FAO para hacer frente a la crisis a 110,5 millones de dólares, una cifra que no alcanza el objetivo de financiación establecido de 153,2 millones de dólares.

Hassan Charfi es el subdirector de agricultura en el condado de Marsabit, donde se ha registrado el mayor número de nubes de langostas en Kenia. En calidad de director de Marsabit Desert Locust Control Base (centro para el control de langostas del desierto de Marsabit), explica a Equal Times que su condado ya está desbordado y que es probable que la situación empeore mucho cuando los nuevos enjambres de langostas maduren y puedan poner huevos a partir de la primera semana de abril.

“No hemos controlado las langostas maduras y es muy poco probable que logremos controlar las ninfas. Dentro de poco se agregarán y formarán un grupo que posteriormente se desplazará por vía aérea. Se moverán, comerán hasta que no puedan más y descansarán. No podemos llegar a imaginarnos la magnitud de la destrucción”, advierte Charfi.

Buenas noticias desde Uganda

El ministerio de Agricultura de Uganda dice que es probable que el país evite lo peor de la invasión porque la temporada de cosecha de la mayor parte de cultivos ya tuvo lugar en diciembre, por lo que las langostas no tendrán mucho de lo que alimentarse.

“Por suerte para nosotros, la invasión se produce en un momento en el que los granjeros ya han recolectado sus cosechas, por lo que no hay casi nada en los jardines. Ahora nuestra preocupación y esfuerzos se centran en preparar la temporada de siembra, que está a la vuelta de la esquina, y la conservación de las cosechas”, explica a este medio Charlotte Kemigyisha, miembro del equipo de actividades destinadas al control de las langostas del desierto del Ministerio de Agricultura.

Cuando le preguntamos si es probable que la plaga de langostas provoque pérdidas de empleo en Uganda, Kemigyisha responde que no. “Se prevé que los funcionarios de extensión realicen una labor todavía mayor con los agricultores en relación con las prácticas de manipulación poscosecha”, señala.

“El Ministerio de Agricultura, Industria Pecuaria y Pesca y la Oficina del primer ministro brindarán apoyo a las comunidades con material para la siembra, alimentos y otros productos necesarios para mitigar el hambre y otros efectos adversos. Dado que la mayoría de los integrantes de hogares en zonas rurales están empleados en el sector agrícola, el Gobierno asistirá a las comunidades con otras actividades que generan ingresos hasta que se considere que la región ha eliminado la invasión. La situación se normalizará a corto plazo”, afirma Kemigyisha.

Sin embargo, para los agricultores de otras partes de África Oriental, como Mwangi, si la situación no se contiene inmediatamente, su única fuente de ingresos corre un gran peligro de ser destruida.

“Si el gobierno no nos ayuda a ahuyentar a las langostas y destruir sus huevos antes de que eclosionen, perderé comida y dinero, y aquellos cuyo empleo depende de mí no tendrán ingresos para alimentar a sus familias”, resume Mwangi.

Este artículo fue publicado originalmente por Equal Times.

RV: EG

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Las cosechas también están en cuarentena en India

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Imágenes desgarradoras de agricultores de India junto a una gran cantidad de verduras, frutas y granos descompuestos inundan estos días los diarios y las pantallas de televisión del país. La caída de los precios y las barreras del transporte debido a la cuarentena nacional para contener la propagación del coronavirus, han llevado a muchos campesinos […]

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